10 AÑOS SIN MURO

El ciudadano berlinés George Bush

El expresidente de Estados Unidos George Bush, que era inquilino de la Casa Blanca el día en que los berlineses se encaramaron al muro, fue nombrado ayer ciudadano de honor de Berlín en una ceremonia a la que asistieron el excanciller alemán Helmut Kohl y el último líder de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov."Gracias a su actividad y valiente apoyo, y la ayuda de Mijaíl Gorbachov, al que recuerdo con agradecimiento, la unidad de Alemania fue posible en el increíble plazo de once meses", destacó Kohl al otorgar el nombramiento a Bush.

El exmandatario estadounidense parafraseó al presid...

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El expresidente de Estados Unidos George Bush, que era inquilino de la Casa Blanca el día en que los berlineses se encaramaron al muro, fue nombrado ayer ciudadano de honor de Berlín en una ceremonia a la que asistieron el excanciller alemán Helmut Kohl y el último líder de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov."Gracias a su actividad y valiente apoyo, y la ayuda de Mijaíl Gorbachov, al que recuerdo con agradecimiento, la unidad de Alemania fue posible en el increíble plazo de once meses", destacó Kohl al otorgar el nombramiento a Bush.

El exmandatario estadounidense parafraseó al presidente John F. Kennedy durante su visita a Berlín en junio de 1963, "Ich bin ein berliner [soy un berlinés]", tras la construcción del muro. "Estoy muy feliz de ser ciudadano honorario de Berlín", añadió Bush.

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"La caída del Muro y la unificación alemana son, sin duda, algunos de los acontecimientos más importantes que ocurrieron durante mi presidencia", opinó el expresidente.

El acto, celebrado en el Ayuntamiento de Berlín, se produjo sin una gran asistencia de público. Sólo unas cuantas personas aguardaban a la entrada la llegada de los políticos. Gorbachov, que ya es ciudadano de honor de Berlín desde hace siete años, fue acogido con más entusiasmo que Bush. El político cuya perestroika permitió el desarrollo de un movimientos de reformas y protestas en los países de la zona de influencia de la URSS, inclusive la República Democrática Alemana, fue recibido con el habitual grito de "¡Gorbi, Gorbi!".

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