Dos actores entusiasmados contagiaron al público

El actor Carlos Hipólito abrió el fuego. Vestido en tonos marrones y beis, eligió leer el breve capítulo de Mi siglo dedicado a 1956, año en que nació. Los aplausos, que con frecuencia interrumpieron las palabras de Günter Grass, se multiplicaron al escuchar un fragmento de su obra. Pero fueron ensordecedores cuando Josep Maria Flotas recitó el texto dedicado al año 1937 en España. Había motivos: "Nuestros juegos no acaban al sonar la campanilla, sino que, bajo los castaños y el edificio bajo de los retretes, llamado el Meadero, continuaban el recreo siguiente. El Meadero, contiguo al gimnasio...

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El actor Carlos Hipólito abrió el fuego. Vestido en tonos marrones y beis, eligió leer el breve capítulo de Mi siglo dedicado a 1956, año en que nació. Los aplausos, que con frecuencia interrumpieron las palabras de Günter Grass, se multiplicaron al escuchar un fragmento de su obra. Pero fueron ensordecedores cuando Josep Maria Flotas recitó el texto dedicado al año 1937 en España. Había motivos: "Nuestros juegos no acaban al sonar la campanilla, sino que, bajo los castaños y el edificio bajo de los retretes, llamado el Meadero, continuaban el recreo siguiente. El Meadero, contiguo al gimnasio, servía de Alcázar de Toledo. Es verdad que el hecho había ocurrido un año antes, pero en nuestros sueños escolares la Falange seguía defendiendo heroicamente aquellos muros. Los Rojos atacaban una y otra vez inútilmente. [...] En el fondo, hubiéramos podido jugar también al bombardeo de la ciudad vasca de Gernika. El noticiario alemán nos había mostrado en el cine, antes de la película, el ataque de nuestros voluntarios".Luego lo leyó Grass, en alemán. Y la gente se quitó los cascos de traducción simultánea para disfrutarlo más. Y se emocionaron cuando escucharon al escritor decir en castellano, con acento imborrable, "viva la muerte" o "sin novedad en el Alcázar".

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Una sana envidia

Mi siglo se puede leer seguido o por capítulos. Y es una gozada. Se sitúa en Alemania, pero su contenido es universal, y lo más normal es buscar textos sobre nuestra historia, casi tan trágica como la alemana. Acabado el acto, se ofreció una copa, y uno de los comentarios más extendidos fue si algún escritor, en clave de Günter Grass, nos contará algún día nuestro siglo XX.

Amaya Elezcano, directora de Alfaguara, que introdujo la conferencia de prensa previa a la presentación del libro, recordó que Jaime Salinas fue el primer editor de Grass en España. Hubo consenso, El tambor de hojalata impactó: el grito de un niño para espantar la barbarie. Desde entonces han pasado 35 años literalmente apasionantes. Se destacó asimismo la traducción de Miguel Sáenz, que no ha sido fácil (Grass hace hablar a buen número de sus personajes en dialectos), pero ha resultado estupenda.

Sáenz, que intervino en el acto celebrado ayer en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, destacó de Mi siglo el relato que hace Grass de un viaje a Italia. "Tiene un estilo fantástico y un dominio excepcional del idioma".

Hubo asimismo unanimidad en que el libro del escritor alemán es uno de los ejemplos de cómo la literatura puede ser un antídoto contra la historia mal contada.

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