Tribuna:

Pequeñas heterodoxias

Desde que Robert Rubin abandonó la Secretaría del Tesoro norteamericana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) parece un poco más desinhibido en su política, tanto por acción como por omisión. Para nadie es un secreto la vinculación entre ambas instituciones, aunque formalmente sean muy diferentes y sólo estén unidas por la financiación que la primera concede al segundo. Durante la celebración de la asamblea anual del FMI hubo algunos indicios de esas pequeñas heterodoxias de la organización, dirigida por el francés Michel Camdessus.1. Ecuador. Ha suspendido los pagos de una parte de s...

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Desde que Robert Rubin abandonó la Secretaría del Tesoro norteamericana, el Fondo Monetario Internacional (FMI) parece un poco más desinhibido en su política, tanto por acción como por omisión. Para nadie es un secreto la vinculación entre ambas instituciones, aunque formalmente sean muy diferentes y sólo estén unidas por la financiación que la primera concede al segundo. Durante la celebración de la asamblea anual del FMI hubo algunos indicios de esas pequeñas heterodoxias de la organización, dirigida por el francés Michel Camdessus.1. Ecuador. Ha suspendido los pagos de una parte de su deuda externa: los intereses de los bonos Brady (denominados así por el ex secretario del Tesoro de EEUU Nicholas Brady, que en 1989 creó este instrumento financiero para evitar el impago general de la deuda de los países latinoamericanos y aliviar la situación de los bancos atrapados en préstamos millonarios de difícil devolución). Estos bonos llevaban parejo un descuento del principal, vía admisión de pérdidas por parte de los prestatarios, y de condonación. Ya se sabe que Ecuador no es Brasil o México, pero una suspensión de pagos como ésta habría conmocionado en otro momento a los mercados y el FMI habría acudido a su rescate con la condición de implantar un durísimo ajuste de su economía. Pues bien, ahora el FMI no interrumpirá los créditos comprometidos ni habrá plan de salvamento.

2. Sistema cambiario. También coincidiendo con la asamblea del FMI, Colombia eliminó la banda cambiaria existente entre su moneda, el peso, y el dólar, lo que supone la libre fluctuación de la moneda estadounidense. Antes lo habían hecho, uno tras otro, los países del sureste asiático afectados por la crisis financiera del verano de 1997, y casi todos los países latinoamericanos (sólo queda Venezuela). Dos semanas antes de Colombia, había sido el ortodoxo Chile el que había abandonado la vinculación con el dólar. Aunque en el sistema cambiario no haya un único régimen aplicable, la actual reunión del FMI marca el declive del sistema de cambio fijo como mecanismo de ancla de las economías de los países emergentes. Queda, entre otros, el currency board de Argentina, que le ha conducido a la fortísima recesión que ahora padece. La relación peso argentino-dólar está fuera de discusión, al menos hasta que se conozca el resultado de las elecciones, con cambio de presidente, a finales de año.

3.Japón. Camdessus ofreció una intervención coordinada de varios países en los mercados, con el objeto de frenar la apreciación del yen (que podría dar al traste con la incipiente recuperación japonesa), siempre que fuese precedida por un aumento de la liquidez en la economía. Lo que significa que el FMI opina ahora que Japón debe crear más inflación, aumentando el dinero en circulación, para garantizar su reactivación. Esta tesis ha sido defendida por economistas muy poco adictos a la filosofía del Fondo como Paul Krugman. En un artículo titulado ¿Qué le pasa a Japón?, el profesor del MIT escribe: "La respuesta a los problemas inmediatos de Japón es simple: EMITAN MÁS DINERO" . Un aumento de la oferta monetaria de Japón podría facilitar el problema económico por otras vías que no fuesen las de reducir los tipos de interés (están ya tan bajos que apenas se pueden disminuir más); es posible que poniendo más dinero en circulación se estimulase el gasto, porque el dinero adicional simplemente "agujerea (quemándolos) los bolsillos de la gente". O los bancos, inundados de reservas, podrían estar más dispuestos a prestar; o los individuos, con todo su dinero efectivo en mano, prescindirían de los bancos y encontrarían otras vías de inversión. Y, aunque ninguna de estas cosas sucede, cuando el Banco de Japón aumenta la base monetaria, lo hace comprando deuda gubernamental; y, por tanto, puede aumentar el gasto o reducir los impuestos. ¿Va a darnos más sorpresas el FMI?

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