Tribuna:MEDIO AMBIENTE

El canon ecoturístico en Baleares

El turismo masivo hotelero y el que utiliza las residencias no habituales en Baleares -y de forma similar en toda la costa mediterránea- han supuesto el motor básico y casi exclusivo de su bienestar económico y social. Sin embargo, después de 40 años de crecimiento constante ocupando de forma intensiva los espacios costeros, aparecen grandes riesgos para el turismo y la sociedad: la saturación del interior de las islas, el deterioro del paisaje rural y forestal, la alteración definitiva del paisaje costero libre o la parcelación de las grandes fincas del interior. En definitiva, peligra ese va...

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El turismo masivo hotelero y el que utiliza las residencias no habituales en Baleares -y de forma similar en toda la costa mediterránea- han supuesto el motor básico y casi exclusivo de su bienestar económico y social. Sin embargo, después de 40 años de crecimiento constante ocupando de forma intensiva los espacios costeros, aparecen grandes riesgos para el turismo y la sociedad: la saturación del interior de las islas, el deterioro del paisaje rural y forestal, la alteración definitiva del paisaje costero libre o la parcelación de las grandes fincas del interior. En definitiva, peligra ese valor intangible llamado "atractivo turístico".Recientemente, el nuevo Gobierno Autónomo progresista ha presentado su propuesta de recaudar fondos adicionales a través de un "canon ecoturístico" que se destinaría de forma exclusiva a la protección y mejora del paisaje, a la salvaguarda del medio natural forestal, rural, costero y marino, así como a la mejora del entorno urbano. El objetivo de esta medida es "hacer de las islas Baleares los mejores espacios turísticos del mundo y preservar nuestro patrimonio natural".

En los últimos años, en Baleares se promueve el desarrollo sobre dos ejes estratégicos: la calidad y la sostenibilidad. Ésta incluye el equilibrio de la economía-empleo y el desarrollo sociocultural con respeto al medio ambiente, a los recursos y al paisaje.

La polémica ha quedado abierta no sólo en Baleares, sino también en otros puntos del Estado. Todos los sectores han entrado en el debate. La mayoría de las cadenas hoteleras manifiestan su temor al retraimiento de la demanda por el aumento del precio del paquete turístico. Las grandes agencias de viajes alemanas y británicas piensan que ya pagan suficiente por otras vías. Las ONG proclaman su entusiasmo. Los expertos en turismo avisan que esa medida ya se aplica en otras islas u otros destinos. Los ayuntamientos hemos visto una excelente oportunidad de preservar nuestro patrimonio territorial... y los ciudadanos, e incluso los turistas, aplauden la propuesta de forma casi unánime.

Quiero participar en ese debate con estos comentarios y propuestas que, basados en mi experiencia, pueden aportar soluciones y despejar algunas de las incógnitas aparecidas, ya que el canon ecoturístico recoge propuestas anteriores en las que planteábamos la necesidad de reclamar a nuestros turistas una aportación directa y finalista, para la conservación del paisaje que, por otra parte, es uno de nuestros mayores activos, aporta atractivo al visitante y nos distingue de otros destinos.

Plantear, por ejemplo, un canon de 10 euros (1.660 pesetas) por cada uno de los 7.920.000 viajeros no residentes de la temporada alta-media, representaría unos 13.500 millones de pesetas y seis euros (1.000 pesetas) para los 1.0890.000 visitantes no residentes en temporada baja aportaría unos 1.100 millones de pesetas, ¡lo que supondría menos del 1% del gasto total de la estancia en Baleares!

Sin esfuerzo fiscal por parte de los residentes se podría invertir cada año casi 15.000 millones de pesetas, el 10% del presupuesto autonómico, en proteger nuestro paisaje y nuestro entorno. Con esta inversión se estima en 10.000 personas las que cada año se podrían rescatar del paro estacional.

Contra las voces alarmistas de los máximos responsables turísticos de la Secretaría General de Comercio, Turismo y Pymes, que avisan de una hipotética merma de competitividad del sector por el mínimo incremento del precio, pensamos que sostienen una visión cortoplacista de la actividad turística, y nos lleva a tiempos pasados, en los que el precio barato era nuestra mayor baza.

El canon ecoturístico y su pequeño coste al visitante nos ayudaría también a seleccionar los segmentos de clientes más acordes con esa calidad a la que aspiramos, así como a tener la impronta visible del cambio de modelo hacia la sostenibilidad.

Estoy convencida de que las divergencias, las dudas o las desconfianzas serán menores si se garantizan tres elementos básicos del canon: la forma de recaudación, el ente que decide un Plan Anual de Intervención Medioambiental y la forma de gestión de las inversiones que se realicen. Los tres precisan de un estudio a fondo de todas las oportunidades y condicionantes de las alternativas que se nos presenten.

Para el primero, algunos representantes municipales, institucionales y expertos empresariales del turismo, desde hace meses, hemos planteado una alternativa clara para el sistema de recaudación: en el billete de avión o barco.

La segunda cuestión se solventaría con una Fundación Pública de la Calidad del Paisaje, de nueva creación y compuesta por una representación institucional del 50% (Govern de las islas, consells y ayuntamientos), patronales y sindicatos el 25%, ONG medioambientales el 20%, operadores turísticos el 5%.

La experiencia en otros países con algún canon o impuesto similar hace recomendable que la titularidad de la gestión no la ostente en exclusiva la Administración del Estado o el Gobierno regional en exclusiva, para anular la tentación de que sea destinado a otros fines, lícitos y legítimos, pero no incluidos en el único objeto del canon ecoturístico: preservar y mejorar el medio ambiente y el paisaje.

A título de ejemplo, algunas actuaciones para el primer Plan Anual de Intervención Medioambiental serían: compra de grandes fincas emblemáticas para las islas (Galatzó, Raixa...); esponjamiento de zonas costeras sobreocupadas; limpieza y embellecimiento de carreteras y zonas periféricas urbanas; recuperación del litoral y fondos marinos; eliminación y gestión de espacios naturales, terrestres y marítimos protegidos; recuperación de zonas quemadas..., sin olvidar la necesaria información y sensibilización a turistas y ciudadanos.

En tercer lugar, se constituiría para la ejecución de los acuerdos de la fundación un fideicomiso, o se contaría con una empresa consultora especializada, que asegure la ejecución y transparencia del carácter finalista de la recaudación.

Si a la inversión neta que se recauda del canon ecoturístico unimos las inversiones actualmente en ejecución, el esponjamiento de espacios costeros, la desclasificación de suelos urbanizables, ya iniciada, y la ralentización del ritmo de la construcción en los suelos urbanos consolidados, podríamos tener unos buenos fundamentos para aspirar a un modelo de desarrollo sostenible. Con el canon se vincularían los esfuerzos de visitantes y residentes en la promoción de una actividad económica basada en medidas ecorresponsables y podríamos aspirar a la generalización de la cultura de defensa del paisaje y del uso racional de los recursos.

Estoy absolutamente convencida de que, si se informa adecuadamente al turista del destino de su dinero, la repercusión positiva será mucho más potente que la negativa e incluso se aumentará el grado de fidelización de los turistas que año tras año nos visitan.

Sin duda, es una apuesta de futuro valiente, que puede ser determinante, especialmente si aspiramos a un modelo de desarrollo sostenible, que incluya un turismo de calidad, competitivo y con futuro. Desde Calvià apoyamos la propuesta de forma clara y contundente, colaboraremos con el Govern de las islas en la superación de todos los obstáculos teóricos o prácticos que seguro tendrá la medida. Estamos convencidos de que el canon ecoturístico es una poderosa palanca al servicio de la sostenibilidad y la calidad de la actividad que se presenta como una de las industrias más potentes del siglo XXI..., la atención al turismo, al ocio y al tiempo libre.

Margarita Nájera Aranzábal, alcaldesa de Calvià, presidente de la Comisión de Turismo de la FEMP.

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