Editorial:

Inventan ellos

LA ÉLITE científica de Estados Unidos está presionando a la Administración de Clinton para que levante el bloqueo, en vigor desde hace cuatro años, de fondos públicos con los que financiar la investigación con embriones humanos. La Casa Blanca ha renunciado a promover modificaciones legales, pero ha ensalzado por primera vez las grandes perspectivas médicas de esa línea experimental. En un calculado ejercicio de equilibrismo, ha recordado a los investigadores públicos que nada les impide trabajar con células embrionarias, siempre que las compren a las empresas privadas, las únicas autorizadas,...

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LA ÉLITE científica de Estados Unidos está presionando a la Administración de Clinton para que levante el bloqueo, en vigor desde hace cuatro años, de fondos públicos con los que financiar la investigación con embriones humanos. La Casa Blanca ha renunciado a promover modificaciones legales, pero ha ensalzado por primera vez las grandes perspectivas médicas de esa línea experimental. En un calculado ejercicio de equilibrismo, ha recordado a los investigadores públicos que nada les impide trabajar con células embrionarias, siempre que las compren a las empresas privadas, las únicas autorizadas, según la regulación vigente, a generar y destruir embriones humanos con fines experimentales. El cambio de actitud de la Casa Blanca es el pistoletazo de salida para que los grandes centros de investigación estadounidenses, financiados por los gigantescos Institutos Nacionales de la Salud (NIH), se lancen a una carrera para desarrollar la tecnología de las células madre, embriones indiferenciados que pueden mantenerse indefinidamente en cultivos de laboratorio y luego transformarse en cualquier tipo de tejido adulto. La mayoría de los científicos opina que esta técnica supondrá una revolución en la reparación de órganos dañados y en la terapia de muchas enfermedades.La situación vuelve a poner en un brete a las autoridades sanitarias europeas y a sus asesores bioéticos. Por más reparos que suscite en Europa la investigación con embriones humanos, no resulta arriesgado predecir que, una vez que los laboratorios norteamericanos hayan desarrollado -y patentado- cultivos celulares de utilidad médica, los sistemas sanitarios europeos se verán forzados por la demanda social a importarlos de EEUU. En España, la Comisión Nacional de Reproducción Asistida, que asesora al Gobierno en esta materia, reconoce las grandes posibilidades que abren los experimentos con células embrionarias, pero aconseja dejarlos en suspenso a la espera de que otras técnicas futuras acaben por hacerlos innecesarios. Vista la situación, lo más probable es que esas técnicas, presentes o futuras, acaben por llegar de EEUU y además a un alto coste.

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