ECOLOGÍA

La moda del mueble de jardín diezma el bosque de Camboya

Un grupo ecologista destapa los abusos de los importadores asiáticos de madera

La fiebre europea por los muebles de jardín de madera está diezmando los bosques tropicales. Pero no todos. La organización Global Witness ha analizado el mercado en expansión de los vietnamitas y concluye que la víctima del boom es Camboya, un país debilitado por la guerra y la corrupción. Los ecologistas aconsejan cerciorarse del origen del mueble antes de comprarlo, pero en España, y en casi todo el mundo, es imposible observar tal precaución.

En los últimos 30 años, el bosque de Camboya ha decrecido desde el 70% de su superficie total hasta el 30%. El Banco Mundial estima que esta m...

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La fiebre europea por los muebles de jardín de madera está diezmando los bosques tropicales. Pero no todos. La organización Global Witness ha analizado el mercado en expansión de los vietnamitas y concluye que la víctima del boom es Camboya, un país debilitado por la guerra y la corrupción. Los ecologistas aconsejan cerciorarse del origen del mueble antes de comprarlo, pero en España, y en casi todo el mundo, es imposible observar tal precaución.

En los últimos 30 años, el bosque de Camboya ha decrecido desde el 70% de su superficie total hasta el 30%. El Banco Mundial estima que esta materia prima se extinguirá comercialmente dentro de cuatro años. Son datos recogidos en el informe que acaba de publicar la organización ecologista británica Global Witness.Este trabajo denuncia una realidad destapada hace dos años por el Gobierno brasileño y los ecologistas a raíz de los devastadores incendios amazónicos. Se detectó el largo brazo de los exportadores asiáticos de madera, que abandonan progresivamente sus propios bosques y se lanzan a la sobreexplotación de los ajenos. En este contexto, Camboya, uno de los países más débiles del sureste asiático por su conflictividad y corrupción, es víctima propiciatoria. Hace un año, el World Resource Institute analizó la situación de la zona y concluyó que la peor es la de Camboya. Ha perdido el 90% de sus bosques originales y está amenazado el cien por cien de lo que queda. En Malaisia está el 85% perdido y el 48% amenazado. En Indonesia, el 72% frente al 54%.

La madera del bosque camboyano ha sido la moneda de cambio de los jemeres rojos para comprar armas, dice Global Witness, y es explotada por el Ejército y los políticos más corruptos, que la venden a los países limítrofes, a pesar de la prohibición del Gobierno.

A su costa, dice el informe, se está desarrollando la industria vietnamita, cuyos mejores clientes son Europa y Estados Unidos. ¿Llega también a España? Por supuesto. Una de las empresas exportadoras, la danesa Cattie Europa, SL, que tiene una oficina en Andorra, informó a este periódico de que vende muebles vietnamitas en España, que el mercado está en expansión, pero que su madera no es ilegal y que el informe de Global Witness es falso.

La Asociación Española de Importadores de Madera (AEIM) asegura que la madera que se consume aquí no es asiática. Ni siquiera es teca, aunque se comercialice como tal. Se llama iroko, procede de África (Costa de Marfil y Camerún fundamentalmente) y, dicen, de talas controladas. "Es mejor que la teca, porque es más flexible", afirma José Mas, gerente de La Masía de San Miquel, un importante fabricante español de muebles de exterior.

José Mas reconoce, como la AEIM, que es imposible saber el origen de la madera que uno compra. Tanto ellos como los ecologistas están preocupados por la bajada de precios. Eso quiere decir, según Mas, que se están talando árboles pequeños y que, probablemente, ni siquiera son de teca o iroko. A Mas le preocupa la calidad del producto final. A Greenpeace, la explotación incontrolada de bosques y de personas.

En algunos países se ha empezado ya a utilizar la etiqueta ecológica para comprar sólo lo que uno sabe que ha sido gestionado de manera sostenible, pero aún no ha llegado a España. De momento, la única precaución posible, según Mas, es comprar muebles con etiqueta del fabricante para que, al menos, no le engañen a uno doblemente.

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