GUERRA EN YUGOSLAVIA La cuestión jurídica

Un genocida penalmente escurridizo

El Tribunal Internacional partece tener pruebas para bombardear a Milosevic, pero no para procesarle

ENVIADO ESPECIALCuenta en sus memorias Richard Holbrooke, el enviado especial de Estados Unidos a los Balcanes, que en uno de sus numerosos viajes a Belgrado, tras describir las atrocidades cometidas en Bosnia, un miembro de su equipo sacó un documento y se lo acercó a Milosevic, haciéndole ver que existían pruebas sobre su Ejército y los sanguinarios grupos paramilitares allí. Milosevic apartó el rostro del papel y abandonó la sala. El presidente yugoslavo negó así la existencia misma del documento. Para sus adentros pensaría,como ha dicho públicamente alguna vez, que sus compañeros Ratko Mla...

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ENVIADO ESPECIALCuenta en sus memorias Richard Holbrooke, el enviado especial de Estados Unidos a los Balcanes, que en uno de sus numerosos viajes a Belgrado, tras describir las atrocidades cometidas en Bosnia, un miembro de su equipo sacó un documento y se lo acercó a Milosevic, haciéndole ver que existían pruebas sobre su Ejército y los sanguinarios grupos paramilitares allí. Milosevic apartó el rostro del papel y abandonó la sala. El presidente yugoslavo negó así la existencia misma del documento. Para sus adentros pensaría,como ha dicho públicamente alguna vez, que sus compañeros Ratko Mladic y Radovan Karadzic son unos "imbéciles". Pero ante el equipo de Holbrooke el hombre ha tenido especial cuidado en mantener la mayor distancia posible con los militares y políticos asesinos que suelen hacer el trabajo sucio.

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Quizá haya sido este celo del dictador para que no le cojan en sus implicaciones directas con las múltiples masacres y la inexistencia de indicios concretos lo que a su vez ha sembrado dudas entre los fiscales del Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia, con sede en La Haya, a la hora de dictar su auto de procesamiento.

Una de las paradojas más espectaculares de la guerra (bautizada oficialmente como ataques aéreos) es que la OTAN ha desatado el bombardeo de Yugoslavia, hace hoy 40 días, por razones humanitarias, con el argumento de impedir que Milosevic pudiera consumar el genocidio, crímenes contra la humanidad y violaciones masivas de derechos humanos contra del pueblo albanokosovar, iniciado, por otra parte, años antes. Pero el tribunal internacional encargado del caso no acaba de llevar al terreno jurídico penal la inculpación del dictador.

Auto de procesamiento

En otros términos, dicho en román paladino: lo que sería equivalente a una ejecución de sentencia -los ataques aéreos con consecuencias horrorosas no sólo para Milosevic, sino para toda la población civil- no parece proporcionar, empero, un material suficiente para dictar un auto de procesamiento.

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¿Falta de material o resistencia de los aliados, sobre todo de Estados Unidos, a llevar las consecuencias de la guerra hasta su consecuencia última?

"Las principales pruebas, el material más relevante, está en poder de los servicios de espionaje de Estados Unidos y del Reino Unido, y éstos, por el momento, no han estado dispuestos a entregarlo al tribunal. Parece que el viaje de la fiscal jefe Louise Arbour a Londres y a Washington estos días intenta presionar para conseguir esas pruebas", dijo a este periódico Kenneth Roth, director ejecutivo de la organización Human Rights Watch, con sede en Nueva York, cuyo equipo de investigadores resumió, en febrero pasado, los crímenes contra la humanidad cometidos en la región kosovar de Drenica en septiembre de 1998. El trabajo describe con detalle las ejecuciones sumarias y violaciones de derechos humanos en Gornje Obrinje, Golubovac, Plocica y, finalmente, la masacre del 15 de enero de 1999 en Racak.

Louise Arbour, como afirma Roth, visitó varias capitales, especialmente Londres, y luego viajó esta semana a Estados Unidos, donde mantuvo reuniones, entre otros, con la secretaria de Estado, Madeleine Albright, en Washington, y con funcionarios de Naciones Unidas, en Nueva York. "Creo que Louise está ahora en una nueva fase, parece más determinada a actuar en este caso. Claro que la colaboración es fundamental", dijo Roth a este periódico.

Arbour sustituyó como fiscal jefe del Tribunal Penal Internacional de la ex Yugoslavia al juez Richard J. Goldstone, miembro del Tribunal Constitucional de Suráfrica, quien fue el fiscal jefe de dicho tribunal y del establecido para Ruanda. Una de las decisiones adoptadas por Arbour, una abogada canadiense, fue la anulación, en 1998, de 14 autos de procesamiento del grupo de procesados por presuntos crímenes en dicho tribunal. Goldstone dice comprender la decisión: "Uno sólo puede mostrar simpatía por el trabajo de Arbour frente a un creciente número de acusados que tiene derecho a un juicio en plazos de tiempo razonables". Pero, agrega, "al mismo tiempo, el efecto de retirar los procesamientos equivale a garantizar una amnistía, aun cuando la fiscal ha advertido de que pueden ser procesados nuevamente. Hay que ver el efecto de esta decisión en las víctimas de las atrocidades que se les imputaban a los acusados".

Louise Arbour mantuvo el año pasado dudas sobre la jurisdicción del tribunal internacional en Kosovo, al no haber una guerra clásica o conflicto armado, según la definición de la Convención de Ginebra. Sin embargo, comenzó a cambiar de opinión en noviembre pasado. Milosevic recibió, tras los ataques de las fuerzas especiales de la policía serbia y del Ejército a las poblaciones de Gornje Obrinje y Golubovac, al enviado Holbrooke, y accedió a permitir la entrada en Kosovo de un equipo de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) a fin de verificar los hechos, cosa que se cumplió.

Visita cancelada

No obstante, otra parte del acuerdo estipulaba que, si bien Milosevic no reconocía la jurisdicción del Tribunal de La Haya, dejaría entrar a fiscales para comprobar la realidad de las denuncias de Kosovo. Louise Arbour y la juez Gabrielle Kirk McDonald, que preside el tribunal, organizaron el viaje para el 5 de noviembre de 1998. Pero Milosevic no cumplió. El Gobierno yugoslavo informó a ambas de que tenían visas restringidas por siete días. Lo más importante: no podrían viajar a Kosovo. La visita, frustrada, se canceló.

Pocos días después de iniciarse los ataques aéreos, la fiscal jefe del tribunal reveló que Zeljko Raznatovic, nombre de guerra Arkan, uno de los responsables de las masacres de enero en Racak, ya había sido, en secreto, procesado. Al referirse a Milosevic, Louise Arbour dijo que podría ser considerado responsable "si ha ordenado personalmente, si está en el origen o si ha participado de alguna manera en su perpetración". Ahora la fiscal ha ido a buscar datos en Londres y en Washington.

Durante estos años, gente respetable, como Warren Christopher, ex secretario de Estado norteamericano, ha considerado, según cuenta en sus memorias Holbrooke, a Milosevic como un hombre que, "si la suerte le hubiera dado un lugar diferente de nacimiento y educación, podría haber sido todo un político de éxito en un sistema democrático". Un hombre, como declaró el propio Holbrooke en 1998, "con el que se puede negociar, un hombre que reconoce las realidades de la vida en la antigua Yugoslavia".

Si se puede lanzar la guerra con Belgrado con el argumento de frenar a los genocidas, no es menos cierto que se puede procesar a su cabecilla. A menos que alguien, en algún momento, todavía no haya descartado que habrá que negociar con él.

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