Los papeles secretos de EEUU vinculan a Nixon y Kissinger con el golpe de Pinochet

"No debemos dejar que Chile se haga marxista porque su pueblo sea irresponsable"

La secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, ha prometido esta semana la revisión y difusión de numerosos documentos secretos. Hay un temor a que esto siente un precedente que amenace futuros viajes al extranjero de dirigentes norteamericanos, y por ello es muy posible que los documentos que se desclasifiquen no sean todos los que hay, y que estén repletos de tachaduras. Pero el aperitivo ya está sobre la mesa. Son decenas de papeles que el National Security Archive logró desclasificar en septiembre y que contienen estremecedoras informaciones.

Revelan, para empezar, que ...

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La secretaria de Estado norteamericana, Madeleine Albright, ha prometido esta semana la revisión y difusión de numerosos documentos secretos. Hay un temor a que esto siente un precedente que amenace futuros viajes al extranjero de dirigentes norteamericanos, y por ello es muy posible que los documentos que se desclasifiquen no sean todos los que hay, y que estén repletos de tachaduras. Pero el aperitivo ya está sobre la mesa. Son decenas de papeles que el National Security Archive logró desclasificar en septiembre y que contienen estremecedoras informaciones.

Revelan, para empezar, que el presidente republicano Richard Nixon y su secretario de Estado, Henry Kissinger, tuvieron un papel mucho más activo de lo que se sabía en la zapa del Gobierno constitucional de Salvador Allende y el apoyo al golpe de Pinochet."No veo por qué tenemos que dejar que un país se haga marxista tan sólo porque su pueblo sea irresponsable", declaró Kissinger en 1970 durante una reunión con la CIA cuyo tema era cómo impedir la posible victoria electoral del socialista Allende. Con ese espíritu, Nixon ordenó al servicio secreto que intentara evitar la llegada al poder de Allende y autorizó a tal efecto un gasto de 10 millones de dólares.

Tras fracasar ese objetivo, Nixon, según las notas del entonces director de la CIA, Richard Helms, ordenó "salvar Chile". "El derrocamiento de Allende a través de un golpe es una firme y continua política", escribe Thomas Karamessines, director adjunto de la CIA, en un telegrama secreto fechado el 16 de octubre de 1970, al poco del triunfo en las urnas de Unidad Popular. Karamessines está informando al jefe de la estación de la CIA en Santiago, Henry Hecksher, de las instrucciones impartidas por Kissinger. Y le precisa que "la mano norteamericana debe quedar bien oculta" en el golpe -llamado en clave Track II- y que los agentes del servicio secreto deben desobedecer cualquier orden contraria al mismo del embajador Edward Korry.

En 1973, una vez producido el golpe de Pinochet, la Casa Blanca fue puntualmente informada de la brutalidad de la represión, ante la que hizo la vista gorda. Un memorándum del Departamento de Estado enviado a Kissinger el 16 de noviembre de 1973 le informa de que 320 personas -"tres veces más" de las reconocidas por la junta- fueron ejecutadas sumariamente entre el 11 y el 30 de septiembre anteriores.

"El temor a una guerra civil", dice el memorándum, firmado por el subscretario Jack Kubisch, "fue un factor importante en la decisión de emplear mano dura desde el principio, y también hay un espíritu puritano, de cruzada". El texto informa a Kissinger de que "muchas de esas ejecuciones parecen haber sido bastante criminales".

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Dos norteamericanos

En esa primera oleada ("bastante criminal") de represión feroz fueron asesinados por los militares chilenos dos norteamericanos: Charles Horman, cuya historia inspiró el filme Missing de Costa Gavras, y Frank Teruggi. Pues bien, un telegrama enviado el 11 de febrero de 1974 a Kissinger por David Popper, embajador de EEUU en Santiago, trata de ellos. El telegrama explica que Kubisch, subsecretario de Estado, se ha entrevistado con el general Manuel Huerta y le ha asegurado que EEUU no desea que "pequeños asuntos" como esos asesinatos "compliquen nuestra cooperación".A Washington jamás le cupieron dudas sobre la responsabilidad directa de Pinochet en la represión. Un informe del agregado militar en Chile del 15 de abril de 1975 explica a Washington el funcionamiento de la DINA. El coronel Manuel Contreras, el jefe de esa temida policía política, "informa exclusivamente y tan sólo recibe órdenes del presidente Pinochet", afirma el informe. En agosto de 1975, Contreras se entrevistó en Washington con Vernon Walters, entonces director adjunto de la CIA. Una de las decisiones más arriesgadas de Contreras fue organizar el atentado que en 1976 acabó en Washington con las vidas del exiliado chileno Orlando Letelier y su ayudante norteamericana Ronni Moffit. Otro importante documento es un mensaje enviado a Washington por el FBI desde Argentina el 28 de septiembre de 1976, y que explica que Chile es el centro de la Operación Cóndor, la alianza de las juntas militares de Chile, Argentina y Uruguay para eliminar a opositores en el exilio. "El reciente asesinato de Letelier en Washington puede haber formado parte de la tercera fase de Cóndor", dice el oficial.

Ésta es tan sólo la punta del iceberg de los secretos que duermen en los archivos. Si quiere exorcizar de una vez por todas el pasado colaboracionista con Pinochet, Clinton tiene que atreverse a arrojar luz y taquígrafos. Pero es improbable que lo haga.

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