"Missing" E. CERDÁN TATO

Se han cumplido 25 años del bárbaro golpe de Estado protagonizado por el general Augusto Pinochet, en Chile. Justamente de aquí a una semana, se cumplirán 24 de la desaparición del sacerdote Antoni Llidó Mengual, nacido en Xàbia, en 1936, y volatilizado en el centro de detención de Cuatro Alamos, en Santiago, después de recibir varias sesiones de tratamiento por parte de los carniceros de la DINA. Hay testimonios de estas torturas, denuncias, protestas y numerosos artículos de prensa acerca de las circunstancias que vivió Llidó, desde que el general Pinochet hizo de su país un modelo de violac...

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Se han cumplido 25 años del bárbaro golpe de Estado protagonizado por el general Augusto Pinochet, en Chile. Justamente de aquí a una semana, se cumplirán 24 de la desaparición del sacerdote Antoni Llidó Mengual, nacido en Xàbia, en 1936, y volatilizado en el centro de detención de Cuatro Alamos, en Santiago, después de recibir varias sesiones de tratamiento por parte de los carniceros de la DINA. Hay testimonios de estas torturas, denuncias, protestas y numerosos artículos de prensa acerca de las circunstancias que vivió Llidó, desde que el general Pinochet hizo de su país un modelo de violaciones de todos los derechos, a veces con la anuencia de la misma jerarquía eclesiástica que en España bendecía los cañones, y en Chile, el degüello. Hoy, Augusto Pinochet tiene garantía de demócrata, ocupa un lugar en el Senado, con carácter vitalicio, y persiste en sus sarcasmos y en su cinismo; un individuo irracional que ordenó el genocidio de las clases más desprotegidas y de cuantos, por decencia social, por ideología y por oposición a su brutalidad, pretendieron desarticular aquella infamia. Hoy, Antoni Llidó continúa siendo una acusación contra el dictador y sus abominables prácticas, desde su destino ignorado y su clara conciencia que le llevó decididamente al sacrificio. La memoria ni se desvanece ni se atempera. Sus compañeros, sus amigos de aquí y de allá, su pueblo, su país y cualquier ciudadano consciente, no sólo lo recuerdan, sino que exigen el cumplimiento de las leyes y el castigo de sus verdugos que son verdugos de la libertad y de la democracia. Que el criminal no pudra un escaño que pertenece a la sobería popular; que el criminal descubra la masacre que oculta bajo el medallero de su guerrera militar; que el criminal sea juzgado y condenado a consumirse en su propia gusanera de aberraciones. Y que Antoni Llidó y tantos otros desparecidos y asesinados, sepan de alguna forma, que no sólo se mundializa la economía y las finanzas, sino la solidaridad y la igualdad ante la ley. Horas después del último punto de esta columna y como espléndido colofón a la misma, llega la noticia de que Pinochet ha sido detenido en Londres por las autoridades británicas para que los jueces Garzón y García Castellón de la Audiencia Nacional procedan a su interrogatorio.

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