46º FESTIVAL DE CINE DE SAN SEBASTIÁN

El director italiano propone reinventar el cine

Reinventar el cine, volver a pensar sobre su esencia y sus utilidades, sobre la fascinación que suscita y las servidumbres que sufre. Estas preocupaciones han obsesionado al director italiano Bernardo Bertolucci durante los últimos años según manifestó ayer tras la proyección, en la sección oficial y fuera de concurso, de Besieged, la última producción firmada por uno de los grandes talentos del cine europeo. "Cada nueva película es para mí como una reencarnación y por eso odio repetirme. Usted me entenderá", contestó Bertolucci a una periodista india en la conferencia de prensa ofrecida en Sa...

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Reinventar el cine, volver a pensar sobre su esencia y sus utilidades, sobre la fascinación que suscita y las servidumbres que sufre. Estas preocupaciones han obsesionado al director italiano Bernardo Bertolucci durante los últimos años según manifestó ayer tras la proyección, en la sección oficial y fuera de concurso, de Besieged, la última producción firmada por uno de los grandes talentos del cine europeo. "Cada nueva película es para mí como una reencarnación y por eso odio repetirme. Usted me entenderá", contestó Bertolucci a una periodista india en la conferencia de prensa ofrecida en San Sebastián. Enamorado de la ciudad vasca y "abonado" a este festival, Bertolucci reflexionó en voz alta durante más de una hora sobre la filosofía del cine."Es interesante", dijo, "preguntarse hoy qué es el cine. Habría que reinventar el cine de algún modo y aquellos directores que me gustan son aquellos que se interrogan sobre su trabajo como Martin Scorsese, Wim Wenders, Pedro Almodóvar o Abbas Kiarostami, por citar unos ejemplos". Esa aversión a repetir esquemas le ha llevado al realizador italiano a rechazar los planes de algunos productores para rodar una segunda versión de Último tango en París, la película que le diera fama y dinero a principios de los setenta tras años de dirigir un cine de culto, comprometido y minoritario. Hastiado de una política que cada vez motiva menos a la gente y lejos de las superproducciones como El último emperador, Bertolucci ha regresado con Besieged a unos ciertos orígenes del cine. Una historia de amor y soledades entre un pianista inglés y una estudiante africana, con Roma como fondo, le ha servido al director italiano para rodar, en ocasiones con la cámara al hombro, una narración llena de silencios.

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"El viejo cine era mudo y he pretendido de alguna manera volver al cine original. Esta actitud respondía a razones personales, pero la historia también pedía este enfoque. Al fin y al cabo, se trata de un hombre obsesionado con una mujer. Pero entre ellos no hablan apenas". La música, o mejor dicho las músicas juegan un papel decisivo en Besieged donde Bertolucci contrapone las obras clásicas de Mozart o Beethoven, que adora el pianista occidental, con los ritmos africanos de Salif Keita y otros intérpretes de esa corriente que adora la joven negra, encarnada por una actriz casi debutante, de nombre Thandie Newton. El director italiano no reniega de las nuevas tecnologías o los efectos especiales en el cine, pero pregunta una y otra vez al servicio de qué están.

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