Una gran pérdida
Estoy muy impresionado por la noticia de la muerte de Antonio Saura. Era uno de los pocos pintores con los que yo trataba a menudo, pese a que él era más joven. Coincidíamos en muchas cosas, y en gustos. Con él podía hablar. Siempre me ha parecido difícil hablar a fondo con otros artistas, dialogar. Pero con él lo hacía con verdadero placer. Antonio era una persona muy civilizada y muy culta. Su muerte supone una gran pérdida para la pintura española. Supo dar a su pintura un carácter muy de su tierra -él se tenía por medio aragonés y medio mesetario-, una especie de expresionismo muy propio y...
Estoy muy impresionado por la noticia de la muerte de Antonio Saura. Era uno de los pocos pintores con los que yo trataba a menudo, pese a que él era más joven. Coincidíamos en muchas cosas, y en gustos. Con él podía hablar. Siempre me ha parecido difícil hablar a fondo con otros artistas, dialogar. Pero con él lo hacía con verdadero placer. Antonio era una persona muy civilizada y muy culta. Su muerte supone una gran pérdida para la pintura española. Supo dar a su pintura un carácter muy de su tierra -él se tenía por medio aragonés y medio mesetario-, una especie de expresionismo muy propio y original, muy personal, que reflejaba perfectamente la situación durante la dictadura, y la España negra. Teníamos una manera de trabajar muy diferente, pero de espíritu coincidíamos mucho. Tuvo Antonio una trayectoria que comparo con la mía: empezamos ambos muy entusiasmados con el surrealismo, y al viajar a París nos comenzamos a decepcionar. Era muy interesante desde el punto de vista de las ideas, pero no había muchos buenos pintores. Con grandísimas excepciones, como Joan Miró. Como artista, a Antonio hay que situarlo en la transición entre la pintura literaria, el surrealismo y lo que algunos han designado como informalismo o arte otro. Le interesaba poner el acento en el aspecto formal de la pintura. Como persona, Antonio era afable e incluso cariñoso. Siento su muerte, la siento mucho.