Crítica:VERANO MUSICAL EN SEGOVIA

Una gran versión del 'Réquiem'

En la hermosa plaza de San Esteban, abarrotada de público, sonó el sábado el Requiem que Verdi dedicara al escritor Manzoni hace 125 años. Esa gran cúpula que junto al tan distinto Requiem alemán, de Brahms, clausura la historia grande del romanticismo musical religioso. El burgalés Víctor Pablo es un profundo introspector y comunicador del alma verdiana del Requiem, quizá porque parte de un sentimiento más imaginero que arquitectónico en el que la expresión gestual y la viva policromía deciden el talante de los espacios místicos y los representativos, del musitar inicial de los kyries a la ex...

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En la hermosa plaza de San Esteban, abarrotada de público, sonó el sábado el Requiem que Verdi dedicara al escritor Manzoni hace 125 años. Esa gran cúpula que junto al tan distinto Requiem alemán, de Brahms, clausura la historia grande del romanticismo musical religioso. El burgalés Víctor Pablo es un profundo introspector y comunicador del alma verdiana del Requiem, quizá porque parte de un sentimiento más imaginero que arquitectónico en el que la expresión gestual y la viva policromía deciden el talante de los espacios místicos y los representativos, del musitar inicial de los kyries a la explosión gritada y percusiva del Dies Irae.A partir del desentrañamiento de lo teatral y lo ensimismado, que otorgan a la obra el eterno juego barroco de las luces y las sombras, Víctor Pablo ha hecho en Segovia una versión de maestro. Contó con el trabajo de primer orden del director del Coro Nacional, Rainer Steubig-Negenborn, las reconocidades calidades de la Sinfónica tinerfeña y la colaboración individual y de conjunto de un valioso cuarteto solista. Excelentísimo en el caso de la polaca Ewa Podles, contralto de gran impostación dramática y en el mismo plano de medios y méritos actuó el tenor venezolano Aquiles Machado, un valor joven y en alza que suma a sus dones personales el saber ahormado en las aulas madrileñas de Alfredo Kraus.

En Fiorella Burato, soprano, admiramos su musicalidad rigurosa y expresiva y en el bajo ruso Alexander Anisimov la nobleza de línea y el temple muelle e incisivo de su voz. Todos los elementos quedaron conjuntados con gran coherencia, equilibrio y potencia totalizadora por el director Víctor Pablo, todo un maestro que busca la verdad y la belleza musicales. En resumen, una jornada excepcional de los ciclos segovianos.

A media tarde, la iglesia de San Juan de los Caballeros acogió a la Coral Salvé de Laredo que dirge José Luis Ocejo. Cantó un programa, entre culto y popular, con páginas sobre textos de Antonio Machado y García Lorca principalmente, en versiones polifónicas de Manuel Castillo, García Román, Olaizola, Alfonso García y Sámano. Fue otra medida y otro clima de cuantos dan variedad al verano musical de Segovia

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