Montxo Armendáriz recibe el premio Príncipe de Viana de Cultura

El director afirma que se confunden novedad y vanguardia

Montxo Armendáriz recibió ayer de manos del Príncipe de Asturias el premio Príncipe de Viana 1998, otorgado por el Consejo Navarro de Cultura. El cineasta, que recordó la «responsabilidad y obligación de gobiernos y Estados de desarrollar una política cultural que englobe la creación audiovisual y regule su producción y difusión», señaló los confusos criterios del cine actual y comentó: «Hoy se saluda la novedad como vanguardia». «Distinguimos a un cineasta de excepción», señaló luego el Príncipe.

Montxo Armendáriz (Olleta, 1949) recibió el galardón, entregado por vez primera en la ciud...

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Montxo Armendáriz recibió ayer de manos del Príncipe de Asturias el premio Príncipe de Viana 1998, otorgado por el Consejo Navarro de Cultura. El cineasta, que recordó la «responsabilidad y obligación de gobiernos y Estados de desarrollar una política cultural que englobe la creación audiovisual y regule su producción y difusión», señaló los confusos criterios del cine actual y comentó: «Hoy se saluda la novedad como vanguardia». «Distinguimos a un cineasta de excepción», señaló luego el Príncipe.

Montxo Armendáriz (Olleta, 1949) recibió el galardón, entregado por vez primera en la ciudad navarra de Viana, con un breve discurso en el que aseguró que el premio «reconoce la importancia del medio cinematográfico». Armendáriz recordó sus duros inicios cooperativistas en el barrio pamplonés de La Chantrea y la ayuda que, años después, encontró en profesionales como Elías Querejeta, Andrés Santana e Imanol Uribe.Armendáriz aprovechó los actos de Viana para reivindicar la necesidad de «construir imágenes e historias que den noticia del paisaje humano y geográfico de nuestro entorno« como fórmula para combatir el «engañoso concepto de la universalidad«. Con apenas cinco largometrajes ( Tasio, 27 horas, e Historias del Kronen, entre otras) y propuesto este año para el Oscar a la mejor película de habla no inglesa por Secretos del corazón, el cineasta navarro aseguró que en la aceleradísima transitoriedad reside "uno de los mayores problemas de la creación actual".

El director habló de una realidad «basada en la inmediatez del consumo, la comunicación instantánea y la velocidad del cambio«. Una realidad que ha transformado una situación anterior, en la que «ideas, movimientos y expresiones artísticas duraban años y podían asentarse y desarrollarse«, por otra en la que «sólo duran días, nada es estable, nada permanece más allá de su propio consumo y cualquier propuesta puede ser válida si puede ser consumida y cualquier diferencia o novedad es saludada como una auténtica innovación vanguardista".

Armendáriz finalizó su alocución ante el Príncipe de Asturias comprometiéndose a trabajar para modificar «esta realidad en la que películas, libros, ideas, incluso sentimientos, se consumen en un momento, se conocen y propagan en cuestión de horas y en cuestión de horas pasan al olvido». El cineasta dijo: «Hay que encontrar un sentido a la creación cinematográfica más allá de su propio consumo». Y citó a Jean Renoir: «Lo que para mí cuenta no es hacer películas perfectas, sino tender un puente para el contacto humano».

El Príncipe señaló que el cine de Armendáriz encierra valores «que superan los de un producto bien hecho y atractivo». «Su secreto», añadió, «es reflejar la vida real de personas normales e historias cotidianas y próximas a las que sabe dar un significado especial«. Don Felipe, que recordó que Navarra está «fielmente retratada« en su trabajo, comentó: «El profundo y sincero amor a su tierra es el secreto del corazón de Montxo Armendáriz».

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