Unirse para ser

En EE UU, cuantas más razones encuentran los distintos grupos socioculturales para unirse en pos de una causa común, más fragmentado aparece el paisaje general. La marcha de mujeres negras de ayer en Filadelfia (espejo de la celebrada en Washington hace dos años con la asistencia exclusiva de hombres) se producía a tan sólo dos semanas del encuentro masivo de hombres blancos, los Guardianes de la Promesa, también en la capital de la nación.No importa cuál sea la excusa, en el fondo de todas estas concentraciones hay un ánimo muy similar: el de sentirse parte de algo en una sociedad cada ve...

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En EE UU, cuantas más razones encuentran los distintos grupos socioculturales para unirse en pos de una causa común, más fragmentado aparece el paisaje general. La marcha de mujeres negras de ayer en Filadelfia (espejo de la celebrada en Washington hace dos años con la asistencia exclusiva de hombres) se producía a tan sólo dos semanas del encuentro masivo de hombres blancos, los Guardianes de la Promesa, también en la capital de la nación.No importa cuál sea la excusa, en el fondo de todas estas concentraciones hay un ánimo muy similar: el de sentirse parte de algo en una sociedad cada vez más veloz, fragmentada y solitaria, que a pesar de su radical individualismo muestra una creciente tendencia al asociacionismo.

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Pero mientras este tipo de manifestaciones contribuye a reforzar identidades colectivas, muchos opinan que su efecto inmediato es, el de alienar al resto de la comunidad. Esto no lo piensan sólo los sociólogos, sino cíclicamente el grupo intelectualmente 'contrario al que organiza cada movimiento: cuando desfilan los negros de la Nación del Islam, protestan los judíos ortodoxos; cuando los italianos celebran el día de Cristóbal Colón, se quejan los hispanos.

Dentro de cada grupo también hay disensiones. Por ejemplo, cada año que desfilan los irlandeses de Nueva York en el día de San Patricio se produce una polémica porque no se permite participar a los irlandeses gay- Claro que no hay ya ciudad en EE UU, por provinciana que sea, que no tenga ya su desfile o manifestación anual de homosexuales. En ciudades como San Francisco, un desfile de drag queens está tan impregnado en la normalidad que sus posibles reivindicaciones ni siquiera se oyen.

El mes pasado, en Nueva York, cuando se organizó una manifestación de protesta por la brutalidad policial en el caso del haitiano Abner Louima, apenas había un blanco en la protesta, y el acto acabó siendo un mitin de reafirmación caribeña. La diversidad de causas por las que la gente está dispuesta a movilizarse se ha multiplicado gracias a la red Internet, donde ahora cualquiera puede participar en movimientos de identidad sexual, generacional, derechos ciberespaciales, Microsoft contra Apple, adicciones diversas, obesidad, etcétera.

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