INAUGURACIÓN DEL GUGGENHEIM BILBAO

Glamour y aplausos en la apertura del Guggenheim

El mundo cultural internacional arropó a los Reyes en la inauguración del museo bilbaíno

Eran las 20.20 minutos de la tarde de ayer cuando el Rey apretó un botón que iluminó el Museo Guggenheim de Bilbao. Ante más de 800 invitados, se abría así el que ha sido considerado el último gran museo del siglo XX. Fuera, se oyeron aplausos del público -unas 10.000 personas- a la llegada de Don Juan Carlos y Doña Sofía; dentro, 800 nombres del mundo del arte y la vida social internacional celebraban la fiesta de gala. El lehendakari, José Antonio Ardanza, lanzó un mensaje de apertura y universalidad. "Volvernos a abrirnos al mundo y le ofrecemos un lugar de encuentro donde nuestra cultura y...

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Eran las 20.20 minutos de la tarde de ayer cuando el Rey apretó un botón que iluminó el Museo Guggenheim de Bilbao. Ante más de 800 invitados, se abría así el que ha sido considerado el último gran museo del siglo XX. Fuera, se oyeron aplausos del público -unas 10.000 personas- a la llegada de Don Juan Carlos y Doña Sofía; dentro, 800 nombres del mundo del arte y la vida social internacional celebraban la fiesta de gala. El lehendakari, José Antonio Ardanza, lanzó un mensaje de apertura y universalidad. "Volvernos a abrirnos al mundo y le ofrecemos un lugar de encuentro donde nuestra cultura y la de todos podrán dialogar, abrazarse y fecundarse", dijo. Un manifestante fue detenido en la Gran Vía por lanzar octavillas contra la Monarquía.

Todo el ceremonial empezó hacia las 6 de la tarde y durante más de una hora el museo estuvo prácticamente tomado por policías con perros especializados en la detección de explosivos, procedentes de Madrid. Los periodistas acreditados, llegados de todo el mundo, tuvieron que superar varios filtros policiales y después guardar una persistente distancia que en ocasiones dificultó su trabajo.Hacia las 7 de la tarde empezaron a llegar los primeros invitados. Los patronos de la Fundación Solomon R. Guggenheim de Nueva York fueron los primeros. Las mujeres americanas se decantaron por las transparencias y los tejidos con pedrería, mientras que las españolas eligieron vestidos oscuros, en su mayoría negros y de la gama malva, inspirados en el color que lució la Reina en la boda de la Infanta Cristina.

La mujer de Eduardo Chillida, Pili Belunze, rompió la tendencia dominante con un traje ajustado recubierto en la parte inferior por grandes escamas de colores llamativos. Pero la estrella de la noche fue Bianca Jaegger, la ex mujer del líder de los Rolling Stone que durante los últimos años vive dedicada a labores humanitarias. Lucía un espectacular vestido de seda y chiffón de Morgan Le Fay y un llamativo collar de coral negro. "El museo es bellísimo. Es un monumento excepcional que será admirado por toda cultura internacional y que va suponer, sin duda, el resurgimiento de esta fantástica ciudad que acabo de conocer", declaró. Entre sus planes, dijo, estaba salir a cenar para conocer la cocina vasca y poder visitar la colección del museo. Otro rostro conocido era el de Lee Bouvier Radziwill, la hermana de Jacqueline Kennedy, que sorprendió con un vestido de gasa color champán, y el del cineasta Sidney Pollack, quien afirmó que el edificio le cortaba la respiración.

El Guggenheim consiguió reunir en Bilbao a grandes artistas internacionales: Claes Oldenburg y su esposa, Coosje van Bruggen; James Rosenquist, Richard Serra, Julian Schnabel, entre otros. Todos ellos cuentan con obra expuesta en el museo, e invitaron ayer a los españoles a disfrutar del nuevo espacio. Entre los nombres vinculados a la Fundación neoyorquina asistieron Claude Pompidou, viuda del ex presidente de Francia, y su presidente honorario, Peter Lawson-Johnston. Hubo además actores, como Dennis Hopper o Kevin McCarthy, y conservadores museísticos como Manuela Mena -con su marido Mark Rosenthal- o Carmen Giménez, que fue la persona que puso en contacto a las instituciones vascas con las americanas, aunque muy pronto abandonó las negociaciones. La conservadora de la sede neoyorquina alabó el edificio de Gehry, calificándolo de espectacular, pero declinó opinar sobre la colección: "Aún no he podido verla detalladamente".

Del mundo empresarial asistieron Plácido Arango, Emilio Ybarra, José Ángel Sánchez Asiaín y Pedro Luis Uriarte, entre otros. Las instituciones vascas estuvieron nutridamente representadas, aunque sorprendió la ausencia de Xabier Arzalluz y la ya anunciada de Carlos Garaikoetxea.

Quien no quiso faltar a la fiesta fue el obispo de Bilbao, Ricardo Blázquez. "Soñamos que irradie cultura en esta sociedad porque soy de los que cree que la inversión en el arte merece siempre la pena. Así nuestra sociedad se proyecta hacia el futuro", dijo.

Los discursos oficiales dieron paso a una cena en la Sala Fish, de cerca de 3.000 metros cuadrados. Las mesas, con capacidad para seis comensales cada una, estaban adomadas con centros de amarillis blancas con tallos de medio metro de alto, que seguramente entorpecieron las conversaciones.

El contrapunto a la fiesta lo intentaron poner unas decenas de manifestantes que protestaron en la Gran Vía contra el museo. Uno de ellos fue detenido.

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