LA SOLIDARIDAD, EN AUGE

"Hay más voluntarios que posibilidades de darles tarea", reconoce el Gobierno regional

Un fenómeno que crece como la espuma. Y que, a veces, amenaza con desbordarse: la solidaridad se ha puesto de moda. Las organizaciones no gubernamentales (ONG), con su estela de voluntariado y asociacionismo, están cada vez más presentes en el tejido social madrileño. Más de 200.000 ciudadanos, de la región trabajan como voluntarios en algún momento del año, según un estudio encargado por el Gobierno, autónomo. El fenómeno va más allá de los individuos: las empresas empiezan a descubrir que la solidaridad no sólo es conveniente, sino que también puede ser rentable.

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Un fenómeno que crece como la espuma. Y que, a veces, amenaza con desbordarse: la solidaridad se ha puesto de moda. Las organizaciones no gubernamentales (ONG), con su estela de voluntariado y asociacionismo, están cada vez más presentes en el tejido social madrileño. Más de 200.000 ciudadanos, de la región trabajan como voluntarios en algún momento del año, según un estudio encargado por el Gobierno, autónomo. El fenómeno va más allá de los individuos: las empresas empiezan a descubrir que la solidaridad no sólo es conveniente, sino que también puede ser rentable.

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"Los voluntarios en Madrid ya no se cuentan por miles, ni por decenas de miles, sino por cientos de miles". Daniel Sada, director general de Coordinación y Voluntariado Social del Gobierno regional, está más que satisfecho con el panorama que tiene delante: la solidaridad es una marea. Tan viva que a veces tiene difícil encuadre.El estudio que. ha encargado Sada, La opinión pública ante el voluntariado, estará listo después del verano, pero ya esboza un terreno enormemente fértil: en . la región hay más de 200.000 personas que hacen tareas de voluntariado en algún momento del año, aunque la mayoría, no de forma estable.

Un panorama halagüeño, pero no perfecto. "Hay más voluntarios que posibilidades de darles tarea", reconoce Sada. Calcula que "a más de la mitad de las personas que manifiestan su deseo de ser voluntarios no les es fácil encontrar un sitio para ejercer de manera estable". Una crisis de crecimiento que se quiere encauzar.

Los candidatos a ayudar son muchos. En los primeros seis meses de este año, el teléfono del voluntariado (900 44 45 55) ha recibido 8.734 llamadas. Pero, de mantenerse la tónica, quedará lejos el éxito del año pasado (36.428 comunicaciones).

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"Lo qué falta ahora son más organizaciones, y que las que existen tengan más capacidad de absorción de los voluntarios", mantiene el director general. "La participación ciudadana a través (le las ONG va en aumento, pero no todo el que quiere ayudar sabe hacerlo. La formación es necesaria", señala Juan Reig, presidente de la Plataforma para la Promoción del Voluntariado, que agrupa a más de 40 organizaciones de cariz socio-asistencial de toda España, donde suman 550.000 voluntarios. Sada promete que en otoño empezará a funcionar una escuela regional para formar a quienes desean echar una mano a los demás."Voluntarismo hay mucho. Lo que resulta más difícil es encontrar candidatos que puedan prestar una dedicación alta", puntualiza Juan Luis Lillo desde la presidencia de la Federación de ONG de Desarrollo de la Comunidad de Madrid, que agrupa a 43 entidades. En su opinión, el mundo de las organizaciones solidarias no necesita tanto crecer en número como decantarse según la calidad de los proyectos.

"Tiene que haber una mayor profesionalización, pero sin perder la motivación. El voluntario es fundamental, porque, si no, las ONG acabarían siendo empresas", sostiene Lillo.

Hay un "riesgo" de que la solidaridad colisione con el mundo laboral, reconoce Sada. "Heriríamos de muerte al voluntariado si lo convirtiéramos en un recurso de mano de obra barata. Hay que ir viendo la frontera con la patronal y los sindicatos", añade. "El riesgo de choque existe", añade Reig. Los sindicatos se muestran alerta. "No estamos en contra del voluntariado, pero hay que afinar la legislación para evitar que se use a los voluntarios como personal laboral", dice Paloma López, encargada de política social en Comisiones Obreras.

Un millar de organizaciones

Sada define las ONG como "cualquier personalidad jurídica gubernamental y sin animo de lucro". Cifra en un millar el número de entidades que trabajan con voluntarios en la región en. aspectos sociales, medioambientales, culturales o de autoayuda. Un centenar de ellas son las llamadas ONG de desarrollo: aquellas que realizan programas de mejoras sociales y/o económicas, generalmente en los países del Tercer Mundo.El mapa es amplio, desde las entidades que nacieron mucho antes de que se acuñara el término oenegé, como la Asociación de Lucha contra el Cáncer, la de Amigos del Pueblo Saharaui o Manos Unidas, hasta el novedoso apellido sin fronteras que, al socaire del éxito de los médicos surgidos en Francia, deja una estela de ingenieros, payasos, veterinarios o periodistas. Unas tienen ámbito estatal o internacional, otras son sólo madrileñas.

La subvención pública es, en muchos casos, vital para el funcionamiento de estas organizaciones. Las ONG dedicadas al desarrollo del Tercer Mundo se llevan la parte del león: 600 millones de la Comunidad de Madrid para programas en Latinoamérica y 1.405 del Ayuntamiento de Madrid, que amplía algo el área geográfica, pero también prefiere el mundo hispano. Otros municipios de la región también destacan por su aportación, como Getafe, Coslada, Alcorcón y Tres Cantos, según señala José María Vera, de la organización Intermón (21.000 socios o donantes en la región), que ha analizado la evolución de las ayudas oficiales al desarrollo.

Nadie puede cuantificar el número total de socios ni su aportación económica. Pero todos dan fe de su importancia: los asociados garantizan la independencia y el arraigo social de la iniciativa. "Suele dar dinero quien no tiene tiempo que ofrecer", dice Lillo.

Las ONG que tienen su campo de acción en Madrid pueden obtener ayudas a su labor social en diversos organismos. El Ayuntamiento, por ejemplo, destina este año 210 millones de pesetas a entidades que trabajan en la integración de los inmigrantes. También hay ONG que rechazan ayudas públicas, como Survival (defensa de los indígenas), para garantizar así su independencia.

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