Vargas Llosa recibe en Lima el primer doctorado 'honoris causa' de su país

El escritor Mario Vargas Llosa, que regresó a Perú tras siete años de ausencia, fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Linia, primera que concede este centro académico, en reconocimiento a sus méritos como escritor, intelectual y ensayista. Vargas Llosa, que presentó en Lima Los cuadernos de don Rigoberto, pidió al Gobierno que no castigue a la universidad por haberle premiado. "Que el régimen autoritario que padece Perú no vea en este gesto limpio y apolítico, de cariz cultural, un acto inamistoso que acarree a esta institución las represalias con las que acost...

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El escritor Mario Vargas Llosa, que regresó a Perú tras siete años de ausencia, fue investido doctor honoris causa por la Universidad de Linia, primera que concede este centro académico, en reconocimiento a sus méritos como escritor, intelectual y ensayista. Vargas Llosa, que presentó en Lima Los cuadernos de don Rigoberto, pidió al Gobierno que no castigue a la universidad por haberle premiado. "Que el régimen autoritario que padece Perú no vea en este gesto limpio y apolítico, de cariz cultural, un acto inamistoso que acarree a esta institución las represalias con las que acostumbra a castigar las manifestaciones de libertad e independencia".La amena ceremonia de investidura se efectuó conjuntamente con la presentación de su último libro, editado por Alfaguara y Peisa, a través de lecturas de la obra y una charla intelectual entre el autor, el pintor Fernando de Szyslo y el psicoanalista Max Hernández. Llenaban el auditorio principal de la universidad intelectuales, políticos, profesores, diplomáticos y amigos. El autor destacó que es el primer galardón académico de esta importancia recibida en su país natal, sobre el que versa casi toda su creación literaria y cuya presidencia disputó en las elecciones de 1990 a Alberto Fujimori. "Aunque sólo fuera por eso, mi reconocimiento a este centro de estudios sería grande, pero lo es también porque en las circunstancias actuales, para conferirme esta distinción, se requería, además de generosidad y coraje, una pizca de terneridad".Narigones

En un diálogo sobrado de talento, el escritor, el psicoanalista y el pintor reflexionaron con humor e ironía sobre la inteligencia y el erotismo, los placeres y el fetichismo. El escritor recordó el arranque de una admiradora de Bogotá mientras firmaba libros. Se le acercó por un flanco y soltó al oído esta confidencia: "A mí también me gustan narigones". Hernández abundó al respecto: "Yo recuerdo a mi maestro Peter Scott, que presentó un caso de un fetichista, y luego me dijo: 'Oiga usted, Max, si usted no hubiera visto a este hombre, extraordinariamente buen mozo, delirar de amor por un imperdible no sabría nada de la naturaleza humana".

En su nueva casa limeña Mario Vargas Llosa se había confesado a EL PAÍS inmerso en la desazón: "Me paso los días hablando de erotismo, pero en realidad acostándome a las once de la noche y haciendo una vida de monje, y en cambio, a mi alrededor, veo qué se practican mis teorías y yo las veo pasar. Una situación muy frustrante ésta de andar de teórico del erotismo por el mundo y viviendo como un monje".

Vargas Llosa se sorprende de las reacciones a su libro: "Estoy hasta casi inquieto. No he visto un solo artículo negativo, y ya me resulta sospechoso. No puede ser que le guste a todo el mundo". El autor también se asustó de su propia audacia. "Sí, me asusté. Uno descubre que se le abren compuertas que no sabía que existían, que lleva dentro cosas desconocidas".

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