Sobrevivir en la red

La ópera sobrevivió a la invención de la radio, la televisión, el disco y el vídeo. ¿Sobrevivirá a la revolución de Internet?Por su condición de espectáculo de alcance y distribución mundial, por su naturaleza de síntesis de todas las artes, la ópera y la red parecen hechas una para la otra.

Hoy la red permite entrar en la web de los admiradores de Edita Gruberova, ver fotografías de la diva y conocer su discografía y biografía; permite preguntar a la Scala de Milán si allí se cantó Rigoletto en 1967 y encargar entradas para próximas funciones. A los más salidos ya les per...

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La ópera sobrevivió a la invención de la radio, la televisión, el disco y el vídeo. ¿Sobrevivirá a la revolución de Internet?Por su condición de espectáculo de alcance y distribución mundial, por su naturaleza de síntesis de todas las artes, la ópera y la red parecen hechas una para la otra.

Hoy la red permite entrar en la web de los admiradores de Edita Gruberova, ver fotografías de la diva y conocer su discografía y biografía; permite preguntar a la Scala de Milán si allí se cantó Rigoletto en 1967 y encargar entradas para próximas funciones. A los más salidos ya les permite ver fotografías de Catherine Malfitano o Maria Ewing tal como se quedan cuando, interpretando Salomé, se quitan el séptimo velo. A los tenores frustrados les permite cantar en karaoke. A los cantantes que esperan ser contratados les permite anunciarse mundialmente. Hoy, si se quisiera, la red ya permitiría asistir en directo a cualquier representación que se ofreciera en cualquier lugar del mundo.

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La capacidad de la informática para crear realidad virtual y sintetizar sonido permitiría a la red ofrecer acceso mundial a la Flauta mágica con escenografía y cantantes que sólo existen en un disco duro. Y si cito la Flauta mágica es porque a mí me la pegaron haciéndome escuchar a una fabulosa soprano que cantaba las coloraturas de la Reina de la Noche con una precisión inigualada y luego me enteré de que la tal soprano no existía, era voz sintetizada por un ordenador..

Todo parece muy bonito, pero, ¿tendremos la suficiente disciplina para ponernos el traje y la corbata antes de sentarnos ante la pantalla del ordenador para conectar en directo con el Covent Garden para asistir al estreno de Tosca? ¿No nos sentiremos un poco extraños gritándole "bravo" a un disco duro por su magnífica interpretación con voz sintetizada de Una furtiva lacrima? ¿A quién mandaremos flores, ni que sean flores virtuales? ¿A quién abuchearemos si nos parece un bodrio la representación de una de esas ciberóperas, auténticos work in progress, en donde todo el mundo es invitado a participar en la creación del espectáculo? ¿Quién cobrará los derechos de autor?

La ópera siempre fue cosa de grupo, Internet, en cambio, es una nueva y extraña forma de soledad en grupo. ¿Sobrevivirá la ópera en la nueva soledad grupal de la red?

El núcleo último de la ópera, la necesidad genética de cantar que experimentan los humanos, parece suficientemente sólido como para sobrevivir en Internet. La enorme cantidad de dinero que gira alrededor de la ópera asegura su futuro, pero es muy posible que todo lo demás cambie de un modo que no podemos ni imaginar.

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