Tribuna:

Tremendismo lírico

La concurrenciade galardones sobre un mismo libro mueve a pensar, por lo común, que el fibro en cuestión, destaca poderosamente entre los demás, y que, por lo mismo, el panorama en que ello ocurre no da lugar a mucha competencia. Pero nada sería más errado que aplicar esta conclusión al hecho de que Las bailarinas muertas, de Antonio Soler, obtuviera ya el Premio Herralde, antes de ganar ahora el Premio de la Crítica. La cláusula de este premio conforme a la cual no, puede otorgarse dos veces al mismo autor ha dejado fuera de concurso títulos tan espléndidos como ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites

La concurrenciade galardones sobre un mismo libro mueve a pensar, por lo común, que el fibro en cuestión, destaca poderosamente entre los demás, y que, por lo mismo, el panorama en que ello ocurre no da lugar a mucha competencia. Pero nada sería más errado que aplicar esta conclusión al hecho de que Las bailarinas muertas, de Antonio Soler, obtuviera ya el Premio Herralde, antes de ganar ahora el Premio de la Crítica. La cláusula de este premio conforme a la cual no, puede otorgarse dos veces al mismo autor ha dejado fuera de concurso títulos tan espléndidos como Donde las mujeres, de Álvaro Pombo, o Una comedia ligera, de Eduardo Mendoza, y autores como Ana María Matüte, Luis Mateo Diez o Luis Goytisolo, que también publicaron en 1996. Pero no se trata sólo de eso: en la lista de títulos premiables había al menos media docena que disputaron con posibilidades la final, lo cual es indicio de una estimulante vitalidad en la narrativa española.La de Antonio Soler se sitúa en la vía, siempre problemática, de reactualización de una tendencia latente en la tradición española. Tanto en Las bailarinas muertas como en su novela anterior, Los héroes de la frontera (1993), Soler ha incidido en esa estilización cruel de la realidad que se reconoce bajo la denominación de tremendismo. Algún día habrá que hurgar en el modo en que la literatura española entronca con una de las tendencias más predominantes de este siglo: la de un realismo crudo, feísta y violento.

Más información

La apuesta de Soler se nutre de dicha sensibilidad pero la desarrolla a través de unas portentosas dotes estilísticas, que están en la base de sus mejores aciertos como escritor, aunque determinan también algunos excesos preciosistas. En cualquier caso, su trayectoria apunta hacia una indagación lírica de la estética tremendista felizmente aupada sobre una genuina inquietud narrativa. Y es esta interesante afianza de elementos dispares la que señala a Soler como autor merecedor de sólidas expectativas y a Las bailarinas muertas como una novela destacable y sugerente.

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En