CRISIS EN LA UE

La Comisión moderó el embargo de las 'vacas locas' pese a numerosos informes en contra

La Comisión Europea utilizó de forma sesgada los informes científicos de que disponía sobre el problema de las vacas locas. Rechazó de plano los que recomendaban el mantenimiento del embargo del bovino británico y tomó del resto sólo las partes que defendían la posibilidad de reanudar la exportación de tres derivados (gelatinas, sebos y esperma). Así se desprende de los seis informes de organismos distintos consultados por Bruselas y aprobados el pasado mes de abril.

El presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, y el comisario de Agricultura, Franz Fischler, han puesto siempre p...

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La Comisión Europea utilizó de forma sesgada los informes científicos de que disponía sobre el problema de las vacas locas. Rechazó de plano los que recomendaban el mantenimiento del embargo del bovino británico y tomó del resto sólo las partes que defendían la posibilidad de reanudar la exportación de tres derivados (gelatinas, sebos y esperma). Así se desprende de los seis informes de organismos distintos consultados por Bruselas y aprobados el pasado mes de abril.

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El presidente de la Comisión Europea, Jacques Santer, y el comisario de Agricultura, Franz Fischler, han puesto siempre por delante la opinión de los científicos a la hora de justificar su postura política: la defensa de la suavización del embargo mundial que desde el 25 de marzo pesaba sobre todos los derivados de la carne de bovino británico debido a la enfermedad llamada de las vacas locas.El embargo fue finalmente suavizado por decisión unilateral de Bruselas del pasado 5 de junio. Antes, la Comisión había intentado sin éxito, que su propuesta recibiera el respaldo mayoritario del Comité Veterinario Permanente, primero, y del Consejo de Ministros de Agricultura, después.

Sin embargo, la Comisión Europea ha utilizado de forma sesgada los datos científicos en los que ha basado su decisión. Dejando de lado la prudencia que domina las cuestiones de salud pública, se ha refugiado básicamente en dos de los seis informes de que disponía: el de la Organización Mundial de la Salud y, sobre todo, el del Comité Científico Veterinario.

Ambos dictámenes daban argumentos más que sobrados para mantener el embargo, pero también admitían que la aplicación de determinados tratamientos reduce de forma significativa el riesgo de mantener activo el agente de la enfermedad de las vacas locas. Otros tres informes eran menos generosos y exigían el mantenimiento del embargo en las zonas donde se ha detectado la epidemia de encefalopatía espongifirme bovina (EEB). Es decir, en el Reino Unido. Un cuarto texto ponía un imposible como condición: la garantía total de que el agente de la EEB quedaba inactivo.

Sin base científica

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La Comisión no sólo se ha refugiado en parte de los informes que más le han convenido, sino que presentó su propuesta de suavización cuando aún no contaba con una base científica clara para defenderla.El comisario Fischler hizo presentar una primera proposición ante el Comité Veterinario Permanente el pasado 10 de abril, apenas dos semanas después de haber aprobado la prohibición del bovino británico. Hasta 14 de los 15 veterinarios anunciaron que votarían en contra. Sólo el inglés iba a hacerlo a favor.

Aquel Comité Veterinario fue el último presidido por el funcionario español Fernando Mansito, que desde entonces ha quedado apartado de los círculos de decisión del comisario Fischler en la crisis de las vacas locas y sobre el que pesa la amenaza de un despido por razones del servicio.

Los veterinarios contaban en aquella reunión con dos informes científicos como punto de partida. El más favorable a la Comisión era el de la OMS, que señalaba que la aplicación de determinados procesos científicos a las gelatinas reduce significativamente el agente de la EEB: Pero también recomendaba que no se utilizara materia prima de bovinos de zonas infectadas.

El otro informe barajado entonces era el de la Organización Internacional de Epizootías (OIE), algo así como la ONU de los veterinarios. La OIE admitía el uso de esos derivados, pero sólo si después de su tratamiento quedaban totalmente libres del agente de la enfermedad.

Otros tres informes manejados desde entonces por la Comisión fueron aún más contrarios a sus intereses políticos. Dos de sus comités científicos recomendaron que no se utilizaran materias procedentes de zonas infectadas: el de Cosméticos el 11 de abril y el de alimentos el 15 de abril.

Transmisión al hombre

Este último alertó ya el 8 de marzo -dos semanas antes de que estallara la crisis- sobre la posibilidad de que la enfermedad fuera transmisible al hombre, según Le Monde. Su voz de alerta mereció como respuesta presiones de Bruselas para silenciar el tema.Un quinto informe, el de la Agencia Europea del Medicamento (EMA en sus siglas inglesas) recomendó el 16 de abril a los fabricantes que no utilizaran materias primas de bovinos sacrificados en el Reino Unido, aunque admitió que la aplicación de medidas para inactivar al agente podría ser una garantía suficiente.

Por fin, el 26 de abril, el Comité Científico Veterinario emitió un dictamen casi a la medida de la Comisión al señalar que determinado tratamiento de las gelatinas "da buenos resultados" para inactivar la enfermedad. Pero ese mismo texto admitía que no se puede garantizar al 100% que el agente quede inactivo.

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