Editorial:

Ahorros sanitarios

CON SUS medidas de ahorro, no especialmente espectaculares pero sí efectivas, el Ministerio de Sanidad está haciendo algo que los ciudadanos, como contribuyentes y, en su inmensa mayoría, beneficiarios de la Sanidad pública, no pueden menos que apoyar: racionalizar y mantener en sus justos límites la expansión del gasto sanitario.Este departamento se propone ahora acabar con la intermediación obligatoria de las farmacias en la venta de los llamados efectos y accesorios -pañales, gasas, esparadrapos, algodones, vendas...-, que supusieron un coste de 22.000 millones de pesetas en 1993 a la Sanid...

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CON SUS medidas de ahorro, no especialmente espectaculares pero sí efectivas, el Ministerio de Sanidad está haciendo algo que los ciudadanos, como contribuyentes y, en su inmensa mayoría, beneficiarios de la Sanidad pública, no pueden menos que apoyar: racionalizar y mantener en sus justos límites la expansión del gasto sanitario.Este departamento se propone ahora acabar con la intermediación obligatoria de las farmacias en la venta de los llamados efectos y accesorios -pañales, gasas, esparadrapos, algodones, vendas...-, que supusieron un coste de 22.000 millones de pesetas en 1993 a la Sanidad pública. De acuerdo con esa previsión, el sistema público de salud negociaría directamente con los proveedores la adquisición de tales productos y los pondría al alcance de los pacientes en los propios centros sanitarios. De esa forma sería factible abaratar su adquisición al menos en el 30% de margen comercial que aplican las farmacias. Eludir ese fielato implica reducir en unos 7.000 millones de pesetas al año el gasto actual en este capítulo sanitario. La protesta de los farmacéuticos es lógica, pero no está justificada: la decisión ministerial no hará sino sortear un régimen de monopolio que infla el presupuesto sanitario público.

La cifra es reducida, pero de ningún modo simbólica. Sobre todo, si se añade a las que en los últimos tiempos han acumulado un ahorro de 75.000 millones de pesetas en el total de la factura farmacéutica (efecto de medidas como la selección de medicamentos, la reducción del margen comercial de la industria farmacéutica, la prescripción de genéricos...). Un ahorro que no ha supuesto merma en la atención al paciente, lo cual demuestra el uso exagerado y a veces abusivo del medicamento subvencionado que se ha venido haciendo en España. Y que, añadido a márgenes comerciales excesivos, había provocado un constante y artificial crecimiento anual del gasto farmacéutico por encima del 15%.

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