Crítica:OPERA: AUDITORIO NACIONAL

Música sobre ruedas

En su mismo comienzo, la temporada musical madrileña marcha "sobre ruedas", pues el concierto de presentación mundial del nuevo Range Rover, en el Auditorio Nacional, estuvo a cargo de Teresa Berganza y la Sinfónica de Galicia dirigida por García Navarro. El acto fue una verdadera fiesta, bien concebida y organizada, y Teresa de España cantó como los ángeles de Italia, Francia, Andalucía o Lavapiés.El telón sonoro fue la obertura de Semiramis, gran ejemplo de ese Rossini feliz y buen gourmet, cuyos gustos culinarios pintó con mucha gracia Eduardo Arroyo para los textos de Alessan...

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En su mismo comienzo, la temporada musical madrileña marcha "sobre ruedas", pues el concierto de presentación mundial del nuevo Range Rover, en el Auditorio Nacional, estuvo a cargo de Teresa Berganza y la Sinfónica de Galicia dirigida por García Navarro. El acto fue una verdadera fiesta, bien concebida y organizada, y Teresa de España cantó como los ángeles de Italia, Francia, Andalucía o Lavapiés.El telón sonoro fue la obertura de Semiramis, gran ejemplo de ese Rossini feliz y buen gourmet, cuyos gustos culinarios pintó con mucha gracia Eduardo Arroyo para los textos de Alessandro Falassi.

García Navarro, contando con la transparente capacidad de la orquesta gallega, resultó un chef de cinco estrellas, un sevillano francés de buen ritmo en el polo de Carmen y un bético de prosapia en La boda de Luis Alonso. Tras la obertura apareció en escena la Berganza, con nuevo y vistoso modelo rojo pasión, como conviene a lo que, en sí misma, constituye una pasión: la ópera. El área Cruda sorte, de La italiana en Argel, representada en Madrid por vez primera en el teatro del Príncipe hace exactamente 178 años, para celebrar el matrimonio de Fernando VII con Isabel de Braganza.

Teresa Berganza y la Orquesta Sinfónica de Galicia

Director: García Navarro. Preludio del tercer milenio. Auditorio Nacional y Residencia de Estudiantes.Miércoles, 28 de septiembre.

Género chico

Teresa dio lecciones de bien cantar y de hacerlo con suprema elegancia; la misma por la que filtró que el sevillanismo de Merimée y Bizet para transmitirlo como un símbolo vivo e histórico en la habanera y la seguidilla de Carmen, y pasar después al mejor y más testimonial "género chico" en esa pequeña maravilla que es la canción de la gitana de La chavala, de Ruperto Chapí, como El tambor de granaderos, que cumple este mismo año un siglo de triunfo, y cuyo rataplán entonó e hizo Berganza con natural y ejemplares gracia y maestría.El adiós, igual que en otras ocasiones, lo dio Teresa con La menegilda, de La Gran Vía, de Chueca y Valverde. Teresa Berganza y sus colaboradores estuvieron envueltos en oleadas de aplausos. Los merece también la firma patrocinadora Rover, que en colaboración con los amigos de la ópera, ha iniciado con un preludio de 25 millones, el fondo de apoyo al teatro Real.

También echó a andar sobre ruedas, el ciclo Preludio del tercer milenio, dentro del Festival de Otoño, uno de cuyos ejes es la figura, el entorno y la obra de Cristóbal Halffter. María Manuela Caro, María José Sánchez, Enrique Llacer y Pedro Estevan asumieron en la Residencia de Estudiantes la obra pianística y la Noche pasiva del sentido, de Halffter, las variaciones de Webern y Añoranza de Conrado del Campo, el maestro de Halffter.

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