Apuesta por el fetichismo fotográfico

Con un programa de 15 exposiciones, tres conferencias y una mesa redonda, la quinta edición de la Bienal de Fotografía de Córdoba apuesta por una dispar mezcla de estéticas. Como siempre, el caos es el denominador común y auténtico nervio guía de todas estas últimas convocatorias bienales en torno al medio.La Bienal de Córdoba, que ya puede considerarse consolidada, incluye notables materiales: desde los fondos del joven Museo Ken Darny (1990), heredero de las experiencias de las fotogalerías de Brescia, Milán y Urbino rabiosa apuesta por un estridente colorismo, estética de los sesenta, pletó...

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Con un programa de 15 exposiciones, tres conferencias y una mesa redonda, la quinta edición de la Bienal de Fotografía de Córdoba apuesta por una dispar mezcla de estéticas. Como siempre, el caos es el denominador común y auténtico nervio guía de todas estas últimas convocatorias bienales en torno al medio.La Bienal de Córdoba, que ya puede considerarse consolidada, incluye notables materiales: desde los fondos del joven Museo Ken Darny (1990), heredero de las experiencias de las fotogalerías de Brescia, Milán y Urbino rabiosa apuesta por un estridente colorismo, estética de los sesenta, pletórica de autores italianos, con vértices de esta tendencia como Mario Giacomelli, Franco Fontana, Paolo lelli o Eleonora Olivetti, hasta los registros de la agrupación de fotógrafos alemanes Wohlhapter. Esta última formación, creada en Bielefeld (Westfalia, Alemania), fue una controvertida iniciativa pública, auspiciada por el Ayuntamiento de aquella ciudad, que tomó su nombre y anagrama de una conocida marca de herramientas especializada en útiles para mandrinar (técnica en la que la obra permanece inmóvil mientras que la herramienta gira y se desplaza).

Partiendo de la idea que había que apostar por una creación de obras de corte conceptual, la mayoría de sus trabajos se alinean en la más aburrida familia de los creadores del ramo que ejercieron en los setenta. Auténticos ladrillos, nacidos de un tortuoso discurso con ingredientes a pie de foto justificados con textos donde abundan frases tales como "imágenes nacidas de una terapia grupal", de "un grupo de discusión con propuestas, decisiones y adjudicación del trabajo a alguno de los integrantes del grupo", "supervisión"', "nueva adjudicación... ".

De corte más fresco y coherente, la apuesta de esta bienal por el fetichismo fotográfico, síndrome del coleccionista, con los materiales reunidos en las colecciones de Lucien Clergue (El mundo al desnudo, Escuela de Artes y Oficios, hasta el 22 de diciembre), la de José F. Gálvez (Fotógrafos internacionales, galería Diafragma-Foto, hasta el 31 de diciembre) o la de la Fototeca de Córdoba (salas capitulares, Ayuntamiento, hasta el 17 de diciembre), junto a los Lances de aldea, de Cristóbal Hara (Museo Municipal Taurino, hasta el 31 de diciembre), y Fotografía del Este, que reúne materiales de 28 autores (Casa dé la Juventud, hasta el 23 de diciembre).

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