Italia busca 50.000 obras de arte prestadas y jamás devueltas a los museos

El ministro Alberto Ronchey se esfuerza por catalogar un ingente patrimonio

El empeño catalogador del ministro italiano del Patrimonio Cultural, Alberto Ronchey, ha descubierto que cerca de 50.000 obras de arte se encuentran en paradero desconocido después de haber sido prestadas. Aunque era un hecho conocido que en los boyantes años ochenta, generosos hasta la exageración con las grandes exposiciones, ha habido cuadros que han viajado por el mundo más que un ejecutivo, no se ha sabido hasta ahora que muchos de estos ilustres itinerantes no regresaron jamás a los museos de los que salieron.

El retrato del Aretino de Tiziano, por ejemplo, en sólo un lustro, se p...

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El empeño catalogador del ministro italiano del Patrimonio Cultural, Alberto Ronchey, ha descubierto que cerca de 50.000 obras de arte se encuentran en paradero desconocido después de haber sido prestadas. Aunque era un hecho conocido que en los boyantes años ochenta, generosos hasta la exageración con las grandes exposiciones, ha habido cuadros que han viajado por el mundo más que un ejecutivo, no se ha sabido hasta ahora que muchos de estos ilustres itinerantes no regresaron jamás a los museos de los que salieron.

El retrato del Aretino de Tiziano, por ejemplo, en sólo un lustro, se paseó por Alemania, Australia y Francia, volviendo a descansar puntualmente a su domicilio de la Galería Palatina en los intervalos.El fenómeno tiene, sin embargo, poco que ver con el mundo de las cesiones nacionales o internacionales para exposiciones, y mucho con la antigua costumbre de presidentes, ministros, políticos, empresarios, policías y hasta obispos de pedir al Estado "alguna cosita" con la que decorar el despacho. Se dice que Benito Mussolini cogió personalmente el teléfono para ordenar al director de una pinacoteca: "Prepare 60 cuadros para el Ministerio de Asuntos Exteriores".

Y no hay ninguna legislación que regule estos préstamos realizados por los superintendentes bajo presión de las autoridades, en un país donde la comisión correspondiente del Senado se pronunciaba hace un año en contra de la catalogación, porque "siendo el patrimonio artístico italiano los dos tercios del mundial, es prácticamente imposible ficharlo todo".

Ronchey ha desoído el consejo, y sus técnicos persiguen tantas piezas prestadas, convencidos de que, entre ellas, las hay incluso de valor extraordinario. Un indicio es que cuando, en la última guerra, fue hundido el yate real Aurora, con él desapareció un cuadro prestado de Annibale Carracci.

Giorgio De Marchis, el director general que se ocupa de estas investigaciones, ha dicho, además, que tiene la certeza de que ahora mismo hay prestados un Guercino y otro cuadro de Guido Reni. Mientras, se han localizado otras obras de valor menor, como cinco telas de época que decoraban una comisaría de policía urbana y 21 ánforas romanas cedidas graciosamente a un restaurante llamado precisamente El Ánfora y necesitado de justificar ese rótulo.

Ciudades más ricas

Las pesquisas se centran en las ciudades más ricas artísticamente, comenzando por Florencia, con sus 64 museos y sus 250.000 piezas inventariadas sólo en las colecciones dependientes del Ministerio, que tienen prestadas unas 7.000 obras, siete veces más que las expuestas en la Galería de los Uffizi. Pero prosiguen en Roma, donde las autoridades creen haber censado ya el 70% del patrimonio artístico de la ciudad -no de los préstamos-, Venecia, Milán, Urbino, Ferrara, Parma o Nápoles.El Museo napolitano de Capodimonte, probablemente la segunda pinacoteca más importante de Italia después de los Oficios, tiene expuestos 550 cuadros, y 3.000, en préstamo. Pero no se piense que el fenómeno es exclusiva ni preferentemente meridional, pues la Pinacoteca de Brera, en Milán, es considerada la más saqueada de Italia, ya desde el periodo napoleónico.

Nápoles sí es, en cambio, la ciudad donde se dio una experiencia previa de recuperación de algunos cuadros prestados, unas grandes vistas de la erupción del Vesubio pintadas por un francés. del XVIII y pertenecientes a Capodimonte que decoraron el observatorio astronómico. De allí pasaron a la casa de uno de sus directores y, a la muerte de éste, a sus herederos, que se las repartieron. El proceso de recuperación de estas obras duró años de laboriosas y dolorosas discusiones judiciales.

Los inspectores de Ronchey, de momento, tratan únicamente de localizar las piezas, identificarlas bien -porque muchas de las respuestas que los prestatarios dan a sus preguntas son vagas- y determinar su estado de conservación.

Lógicamente, como destino final se piensa en el museo, aunque tampoco es seguro que las obras tengan garantizada su conservación en el fragmentario y prolijo panorama italiano de las colecciones públicas. Por un lado, subsiste el riesgo de los robos, que, según dijo el pasado mes de julio el fiscal del Tribunal de Cuentas, Emidio Di Giambattista, hacen que en Italia "siga desapareciendo el equivalente de un museo al año".

Pero ocurre, además, que también se pierden cosas importantes dentro de los propios museos. En marzo de 1992, dos célebres críticos, el fallecido Giuliano Briganti y Federico Zeri, encontraron dos grandes trozos de una obra pintada en madera por Alessandro Allori, Il Bronzino, que se creían perdidos desde 1591. En realidad, estaban en la romana Academia de San Luca, extraviados en unos almacenes atestados y mal inventariados como los de muchos otros centros.

Pedazos del patrimonio

De ahí que Zeri lanzara un mensaje provocador y paradójico: en Italia, afirmó, "una obra robada puede significar una obra salvada de la tragedia de un patrimonio artístico que se está haciendo pedazos". Claro que entonces Ronchey apenas había podido empezar a poner orden.

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