Trinidad Sevillano y Rogelio Andreu, premios nacionales de Danza y Circo

La primera bailarina del Boston Ballet afirma que quisiera trabajar más en España

Trinidad Sevillano ha obtenido el Premio Nacional de Danza 1993 por su trayectoria artística, según anunció ayer el Ministerio de Cultura. Sevillano, aventajada discípula de María de Ávila, empezó su carrera profesional a los 14 años -en agosto cumplirá los 25- y es en la actualidad primera bailarina del Boston Ballet, donde iniciará el próximo otoño su cuarta temporada. Ayer también se concedió el Premio Nacional de Circo a Rogelio Andreu Rivels, de 83 años, hermano del famoso Charlie Rivel, por el reconocimiento a su carrera y a la dedicación que aún mantiene a esta profesión desde una escue...

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Trinidad Sevillano ha obtenido el Premio Nacional de Danza 1993 por su trayectoria artística, según anunció ayer el Ministerio de Cultura. Sevillano, aventajada discípula de María de Ávila, empezó su carrera profesional a los 14 años -en agosto cumplirá los 25- y es en la actualidad primera bailarina del Boston Ballet, donde iniciará el próximo otoño su cuarta temporada. Ayer también se concedió el Premio Nacional de Circo a Rogelio Andreu Rivels, de 83 años, hermano del famoso Charlie Rivel, por el reconocimiento a su carrera y a la dedicación que aún mantiene a esta profesión desde una escuela barcelonesa. Ambos galardones tienen una dotación de dos millones y medio de pesetas.

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"Este premio me parece fantástico. Es un detalle muy bonito que se hayan acordado de mí, pues hace mucho que no bailo en España y mi vida profesional se ha desarrollado prácticamente en el extranjero", declaró ayer Trinidad Sevillano en Madrid, "sorprendidísima", camino de Londres. Allí actuará a mediados del próximo mes, como artista invitada en el English National Ballet. Interpretará el Romeo y Julieta de Ashton, con su pareja habitual, el bailarín marsellés Patrick Armand, también integrado en el Boston Ballet.Sevillano, cuyo contrato con la compañía norteamericana se prolongará hasta mayo de 1994, afirma que añora su país. El pasado año participó en un homenaje a su maestra María de Ávila y bailó en Itálica (Sevilla), durante la Expo, con la pasión que le es habitual y que los críticos norteamericanos de danza no se cansan de destacar. Aquella aparición en España le supo a muy poco, pero el hecho de "estar en casa" le hizo olvidar una penosa lesión. "Me gustaría trabajar más en Espafía y darle a mi país mi talento y todo lo que he aprendido en todos estos años".

Nacida en Soria, en una familia campesina, Trinidad Sevillano fue llevada a Zaragoza cuando era bebé. La danza entró en su vida como un juego, en el que siempre demostró ser rápida. Llegó alto prontísimo y es capaz de aprenderse coreografías en un santiamén. Una de sus audacias fue preparar en un par semanas el personaje de Giselle, prueba de fuego para cualquiera que se precie de primera bailarina. Y Trinidad fue la primera bailarina española que interpretó a la famosa enamorada, hija de un pastor. Estaba interpretando un trocito de su vida.

Ballet Nacional, London Festival Ballet, Metropolitan de Nueva York, giras por todo el mundo e hija adoptiva de Boston, donde siempre cuelgan el no hay billetes cada vez que ella baila y donde un público frío ha aprendido lo que es aplaudir. "Giselle es ella. Siempre lloro de emoción cuando la veo", afirma el director del BB, Bruce Marks. "De ella hemos aprendido a interpretar", asegura. Sin embargo, ella no se siente tan motivada y cree que necesita nuevos cambios de aire, "precisamente para aprender más".

Trinidad Sevillano es menuda, pero se hace gigantesca en escena. No es persona con usos y costumbres de diva, y las felicitaciones todavía la hacen sonrojarse. Para ella, bailar es tan fácil como respirar, pero se lanza con igual naturalidad a la cerámica o al arte del vidrio, y acaricia el "estudiar una carrera de letras", para poder volcarse en la escritura. No le pesa "el haber sido primera bailarina de un montón de compañías". Estar en escena aún es éxtasis para esta bailarina, pero afirma vivir ahora "un periodo de transición y cambios internos".

"Soy primera bailarina desde los 16 años y en todo este tiempo he hecho muchísimas cosas, pero quiero hacer más, y proyectos nuevos. He bailado mucho repertorio, me gustaría trabajar con coreógrafos e intentar cosas nuevas", señala. Entre esos proyectos, le ilusiona un espectáculo de danza, canto y música barroca que el coreógrafo italiano Lucca Beggeti está preparando para ella y Patrick Armand.

Ambos intervinieron el pasado año en un maratón de danza moderna en el que el Boston Ballet abandonó por un momento los clásicos y dieron paso a la experimentación de Twyla Tharp, Mark Morris, Bill T. Jones y otros, y Briefling, de Tharp. Aún bailando en pijama y en zapatillas deportivas, por exigencias de Tharp (In the upper room), Trinidad estaba en su salsa.

Una familia bajo la carpa

Rogelio Andreu Rivels nació en 1909 en Rouboix (Francia) en el circo Perié. Se crió, como sus cinco hermanos, bajo las lonas del circo de su padre, el barcelonés Pedro Andreu, que se casó con la francesa Luisa Lassere. José -más conocido por su nombre artístico, Charlie-, María Luisa, René, Marcel y Rogelío fueron, además de hermanos, payasos. "Echo de menos los viajes, las risas, los aplausos y la familia", dijo ayer desde su casa de Barcelona Rogelio Andreu Rivels."Este premio es una gran alegría, no hay que olvidar nunca al circo, es cultura. Pero una forma de cultura que se mezcla con el sentido de la familia", añadió el clown, cuyo debú fue alos siete años como volteador sobre los pies de su hermano Charlie, con el que trabajaría hasta 1935, año en que Charlie monta con sus hijos su propio circo.

Marcel, Polo y Rogelio formaron entonces Los Andreu, cuyo número de clowns Los tres Andreus Rivels les hizo famosos en toda Europa. Tras la muerte de sus hermanos, Rogelio se retiró, y se dedicó a dar clases de acrobacia en una escuela de formación de artistas de Barcelona. "Durante dos horas diarias enseño y los domingos me reúno con otros artistas para jugar al dominó. La docencia me ha salvado la vida, porque con cierta edad no queda más remedio que retirarse, y soportarlo es duro", dice Rogelio , padre de cuatro hijos.

"No quise que mis hijos se dedicaran al circo porque quería que estudiaran. Yo nunca fui al colegio. Y aunque el circo es una escuela y no me hizo falta estudiar, porque viajé mucho y conocí mucha gente, ahora los tiempos son otros y en España cada vez quedan menos circos. De categoría sólo hay dos o tres. Pero de todas formas a mis hijos les he enseñado música y acrobacia".

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