Estudiantes mucho más seguros

Algunos alumnos desmienten el tópico despiste de los jóvenes ante la elección de carrera

Son 10 estudiantes que acaban de superar la prueba de madurez del curso de orientación universitaria (COU) y que se disponen a afrontar la tensa recta final de un año realmente decisivo en sus vidas, con la prueba de selectividad esperándoles a la vuelta de una hoja del calendario. Son una ínfima representación de los 250.000 jóvenes que en toda España aspiran a iniciar una carrera universitaria dentro de pocos meses. Así que no puede decirse que constituyan una muestra significativa, pero todos demuestran que saben muy bien lo que es y lo que esperan de la Universidad. Tal firmeza contrasta c...

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Son 10 estudiantes que acaban de superar la prueba de madurez del curso de orientación universitaria (COU) y que se disponen a afrontar la tensa recta final de un año realmente decisivo en sus vidas, con la prueba de selectividad esperándoles a la vuelta de una hoja del calendario. Son una ínfima representación de los 250.000 jóvenes que en toda España aspiran a iniciar una carrera universitaria dentro de pocos meses. Así que no puede decirse que constituyan una muestra significativa, pero todos demuestran que saben muy bien lo que es y lo que esperan de la Universidad. Tal firmeza contrasta con la inseguridad e inmadurez que tópicamente se atribuye a los jóvenes preuniversitarios actuales.

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Cuando se les pregunta acerca de si tienen adoptada ya una decisión sobre la carrera universitaria que quieren estudiar apenas titubean. Sólo tres de ellos -Mirian, Nacho y Nuria- dudan todavía entre dos opciones. Los siete restantes lo tienen absolutamente claro. Lo más sorprendente es el grado de conocimiento que muestran sobre la naturaleza de la carrera con que sueñan: sus pros y sus contras, sus índices de paro, sus salidas profesionales e, incluso, bastantes aspectos de los planes de estudio y hasta de la mejor o peor infraestructura de los centros universitarios hacia los que se dirigen.Mirian, a pesar de formar parte del trío más dubitativo (especula con hacer Biológicas o Veterinaria), da la impresión de estar en condiciones de dar una conferencia sobre cómo es la realidad de los laboratorios universitarios de Madrid en las facultades en que se imparten ambas carreras. Su pasión es precisamente el mundo del laboratorio, "más en el campo de la biología que en el de la veterinaria".

Cristina, Pilar y Elías, que han elegido la carrera de Medicina, no ignoran los índices elevados de paro que padece ya desde hace algunos años esta profesión en España. Los tres futuros galenos aseguran que también conocen con cierto detalle el plan de estudios de la licenciatura, y coinciden en la antigüedad de su vocación. Les gustó desde siempre. Aunque Pilar precisa que, en realidad, ella sólo pensó en medicina cuando supo que ése era el camino de paso obligado hacia la psiquiatría, su verdadera pasión. Es curioso que la palabra "vocación" aparezca sólo cuando hablan los futuros médicos.

¿Y la famosa Teleco? ¿Nadie piensa en la ingeniería de las telecomunicaciones, la carrera que, al menos en Madrid, registra cada año la calificación de la selectividad más alta para el ingreso? Sí, hay una representación en el grupo. Nacho, que está a punto de abandonar la opción de la ingeniería aeronáutica, e Isaac, que no considera cualquier otra alternativa. El primero dice que siempre pensó en ser piloto, pero que ciertas exigencias físicas le han echado para atrás. El mundo de las comunicaciones está en auge, y Nacho lo sabe. Como sabe que es una carrera "tremendamente difícil, con unos niveles de fracaso muy altos", pero no le asusta.

Es el turno de Isaac: "Tengo bastante información sobre todas las ingenierías". Cuenta que le apasiona el mundo de la computación y no tanto el manejo de la informática, de su lenguaje, como el desentrañar sus tripas. Se ha pasado su infancia y adolescencia armando y desarmando aparatos: "Decididamente, también Teleco"

Silvia y Nuria tienen aficiones afines: enfermería y fisioterapia, dos carreras con altos niveles de empleo, insuficiente oferta educativa y altos niveles de exigencia para ingresar. Nuria sigue mirando de reojo hacia las matemáticas, pero teme la dureza de los dos primeros cursos en la facultad madrileña en que se imparte. Y, como su compañera Silvia, habla de una actividad profesional de ayuda a los demás. Otra vez la vocación.

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