Crítica:

La luz de Rogent en los años de tinieblas

Un brutal accidente de automóvil segó la vida a Ramón Rogent cuando sólo contaba 38 años. Tal vez estas circunstancias, además de su gran carisma personal, hayan contribuido a mitificar ligeramente la figura de este artista entre una pequeña élite de intelectuales y pintores catalanes.Además, Rogent fue un excelente profesor y lo fue de alumnos tan significativos (y tan diversos entre sí), como Joan Ponç, Josep Roca Sastre, Jordi Maragall, Aurora Altisent.... quienes lo han recordado siempre con enorme cariño y admiración.

A Rogent se le ha reconocido unánimamente el mérito de haber con...

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Un brutal accidente de automóvil segó la vida a Ramón Rogent cuando sólo contaba 38 años. Tal vez estas circunstancias, además de su gran carisma personal, hayan contribuido a mitificar ligeramente la figura de este artista entre una pequeña élite de intelectuales y pintores catalanes.Además, Rogent fue un excelente profesor y lo fue de alumnos tan significativos (y tan diversos entre sí), como Joan Ponç, Josep Roca Sastre, Jordi Maragall, Aurora Altisent.... quienes lo han recordado siempre con enorme cariño y admiración.

A Rogent se le ha reconocido unánimamente el mérito de haber conectado con las vanguardias de preguerra en fecha tan temprana como 1943, cuando mostró unas telas (junto con Fin, Vilató y Fabra) en la Sala Reig de Barcelona, unas telas que mostraban el impacto del fauvismo -especialmente de Matisse- en su pintura.

Ramón Rogent

Sala Rovira, Rambla de Catalunya, 42, Barcelona.Hasta el 6 de marzo de 1993.

Este esfuerzo, como recordaba Albert Ráfols en el catálogo de la bella exposición retrospectiva que el Ayuntamiento de Barcelona dedicó a Ramón Rogent en el año 1984, "quedará como el primer esfuerzo por revitalizar nuestro arte en aquellos años de conservadurismo a ultranza".

Luces del 'noucentisme'

Nadie, por cierto (con la excepción de J. M. Bonet y E. Guigon, quienes empezaron a hacerlo para el conjunto de todo el arte español), se ha arriesgado aún a estudiar en profundidad aquellos años de tinieblas, en los que ciertas luces comenzaron a aparecer.En mi opinión, las luces de Rogent eran aún las del noucentisme, sólo que en su vena no académica y con miradas decantadas esporádicamente hacia otras fuentes, como el cubismo (como muestra uno de los dibujos de esta exposición) o incluso el primer Mondrian. En el fondo, su poética es muy similar a la de la revista Ariel (publicada entre los años 1946 y 1951, y ahora magníficamente reeditada en facsímil por la editorial Proa), en donde se hablaba de Maillot, Marquet, Nogués y Grau Sala, pero que incluía asimismo comentarios sobre Miró, Van Gogh, Rimbaud o Artaud.

Si alguien hiciera este estudio sobre los años cuarenta y cincuenta en Cataluña comprobaría, por ejemplo, el nexo común -un nexo que proviene, evidentemente, de lo visto en París- entre el primer Ráfols, el primer Guinovart y Ramón Rogent.

Carrera truncada

Comprobaría -es una mera sugerencia- cómo a la luz mediterránea y ordenada de Rogent se le opone la luz -o para ser más exactos, el resplandor en la oscuridad- romántica, demoniaca y neosurrealista de Dau al Set.Quién sabe lo que hubiera sido de Rogent si su carrera se hubiera desarrollado en el transcurso de toda una vida. Estos dibujos que ahora vemos nos muestran evocaciones clásicas, cubistas y matissianas. No son, sin embargo, tan brillantes como los óleos, en donde destaca especialmente el sentido innato de la construcción plástica y del color que este artista poseía.

Con todo, Ramón Rogent ya tiene su lugar en el arte catalán, y, a pesar de la relativa modestia de esta exposición, es un placer reencontrarnos con su arte.

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