Gallegos de Madrid

Los dos arquitectos gallegos más ilustres viven en Madrid. El pontevedrés Alejandro de la Sota, que cumplirá en octubre 80 años, ha sido el más influyente maestro de los arquitectos madrileños, y un constructor de disciplina exacta y musical cuyas obras figuran ya en la historia de la arquitectura contemporánea. El coruñés Ramón Vázquez Molezún, de 70 años, fue el arquitecto más inspirado y el individuo más entrañable de su generación, y con su inseparable socio José Antonio Corrales construyó algunas de las obras maestras de la arquitectura española de esta segunda mitad de siglo.Tanto De la ...

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Los dos arquitectos gallegos más ilustres viven en Madrid. El pontevedrés Alejandro de la Sota, que cumplirá en octubre 80 años, ha sido el más influyente maestro de los arquitectos madrileños, y un constructor de disciplina exacta y musical cuyas obras figuran ya en la historia de la arquitectura contemporánea. El coruñés Ramón Vázquez Molezún, de 70 años, fue el arquitecto más inspirado y el individuo más entrañable de su generación, y con su inseparable socio José Antonio Corrales construyó algunas de las obras maestras de la arquitectura española de esta segunda mitad de siglo.Tanto De la Sota como Molezún figuran en la lista de los galardonados con la medalla de oro de la arquitectura, una distinción que hasta la fecha poseen sólo ocho arquitectos. Ambos tienen sus estudios en la madrileña calle de Bretón de los Herreros, a menos de cien metros de distancia, y desde hace más de treinta años; pero, pese a su proximidad, sólo han trabajado juntos en un proyecto, la residencia de Miraflores de la Sierra, en las proximidades de Madrid, que se construyó entre 1957 y 1959. Precisamente en esos años, los dos gallegos construyeron por separado sendas obras que señalarían la conversión a la modernidad de la arquitectura oficial de su paisano Francisco Franco: el Gobierno Civil de Tarragona (recientemente restaurado por el discípulo de De la Sota Pep Llinás) y el Pabellón de Bruselas. Desde entonces, el genio radical de De la Sota y el talento lírico y mecánico de Molezún han seguido caminos separados.

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En este año jacobeo, el Ayuntamiento de Madrid tiene una ocasión óptima de homenajear a la Galicia peregrina y enriquecer el patrimonio cultural de la ciudad: puede construir, de una vez por todas, el proyecto de viviendas municipal en la Puerta de Toledo que encargó a De la Sota hace ya cuatro años, y al que el maestro dio una inesperada y brillante solución tipológica, y puede rehabilitar el pabellón de los hexágonos de la Feria del Campo, la obra trascendental de Molezún y Corrales que representó a España en la Exposición Internacional de Bruselas de. 1958, y que, reconstruida en Madrid, se halla hoy en un triste estado de abandono. La arquitectura y el apóstol lo agradecerán con indulgencias.

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