El hundimiento de la inversión en construcción reduce el crecimiento económico al 1%

La economía española sólo creció un 1% durante el tercer trimestre de¡ pasado año, según publicó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE). Se trata de la tasa de crecimiento más baja desde principios de los ochenta, y coincide también la previsión que contemplan los presupuestos de 1993 para el año que acaba de comenzar. Lo más grave de este reducido crecimiento económico es que se ha cebado en la inversión y, sobre todo, en la de] sector de la construcción, mientras que el sector público continúa a la cabeza de un abultado consumo. El ministro de Economía, Carlos Solchaga, aseguró en B...

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La economía española sólo creció un 1% durante el tercer trimestre de¡ pasado año, según publicó ayer el Instituto Nacional de Estadística (INE). Se trata de la tasa de crecimiento más baja desde principios de los ochenta, y coincide también la previsión que contemplan los presupuestos de 1993 para el año que acaba de comenzar. Lo más grave de este reducido crecimiento económico es que se ha cebado en la inversión y, sobre todo, en la de] sector de la construcción, mientras que el sector público continúa a la cabeza de un abultado consumo. El ministro de Economía, Carlos Solchaga, aseguró en Bruselas que el dato no obliga a modificar la prevision de crecimiento de 1992 -un 1,5%- o de 1993 -un 1%-.

El hundimiento de la inversión, que en lugar de crecer disminuye un 3,9%, es una muestra evidente de hasta qué punto la crisis está afectando a las empresas. Además, dentro de la inversión, es la que se dirige a la construcción la que más cae -un 4,9%-, con el conocido impacto en múltiples sectores de actividad que tiene el estancamiento, y más aún el acelerado desplome, de la construcción.

Y es que la caída en la actividad constructora ha sido rapidísima en los últimos dos años, que es el periodo en el que el INE ha iniciado la contabilidad nacional por trimestres. Así, en el primer trimestre de 1991 -cuando la desaceleración económica ya había rebajado el crecimiento económico a un 2,6%- la inversión en construcción aún crecía a un rápido ritmo del 7,9%. Es decir, en el momento en el que el crecimiento rebasó la frontera por debajo de la cual -según los expertos- no se crea sino que se destruye empleo en España, la construcción todavía pujaba, principalmente gracias a las obras que se estaban realizando para los actos de 1992.

El descenso de la inversión, en general, y la que se dirige a la construcción, en particular, ofrece la mejor medida de lo lejos que está todavía la salida de la crisis. De otra forma, los datos que publicó ayer el INE muestran que la economía española crece algo porque sigue aumentando el consumo, con el impacto que estas operaciones tienen en la inflación. Y el agente económico que más insiste en consumir durante la crisis es la Administración.

El consumo público creció en el tercer trimestre un 4,5%, frente a un aumento del 2,7% que se permitió el sector privado. Estas dos tasas son sólo ligeramente inferiores a las de los trimestres precedentes de 1992. Aún más, el consumo público supera a la media de 1991, un año en la que la inversión en obra pública era un claro dinamizador de la economía.

Por sectores de actividad, sólo los servicios crecieron algo en el tercer trimestre del último año. Cayó la agricultura -un 0,5%- aunque menos que en los trimestres precedentes, y cayó la industria -un 0,8%-, sobre todo la dedicada a obras de construcción -un 5,4%-. A cambio, la actividad del sector servicios siguió tirando de una economía apoyada únicamente en el consumo.

Déficit exterior

Las relaciones económicas con el exterior, mientras, siguen siendo deficitarias, aunque la debilidad de la economía ha frenado considerablemente el crecimiento de las importaciones, mientras se mantiene cercano al 5% el ritmo de aumento de las exportaciones.

El dato positivo de este freno a las importaciones es que se reduce el ritmo de aumento del déficit exterior y disminuye, por tanto, la parte que detrae el sector exterior al crecimiento económico. Es decir, la demanda interna sólo supera en cuatro décimas al crecimiento del PIB, cuando hasta hace poco esta distancia era de casi un punto. El lado negativo es, una vez más, la inversión, toda vez que la moderación de las importaciones se ceba en los bienes de equipo, necesarios para renovar la estructura productiva de las empresas.

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