Vanessa y la caballería de Budienny

El pañuelo azul que ayer cubría el cuello de Vanessa Redgrave, actriz y activista trotsquista, era uno de los escasos elementos tranquilizadores entre la relación de horrores de que dieron fe los 70 historiadores reunidos en Barcelona por la Asociación Internacional para el Desarrollo de la Ciencia Histórica sobre Orígenes, Causas y Consecuencias del Estalinismo en la URSS. Este colectivo tiene, sin duda, sus raíces en el trotsquismo, que, a su vez, se ha convertido en una comente que goza de gran popularidad entre los historiadores de la ex URSS, gracias a su reputada vertiente crítica,Buena ...

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El pañuelo azul que ayer cubría el cuello de Vanessa Redgrave, actriz y activista trotsquista, era uno de los escasos elementos tranquilizadores entre la relación de horrores de que dieron fe los 70 historiadores reunidos en Barcelona por la Asociación Internacional para el Desarrollo de la Ciencia Histórica sobre Orígenes, Causas y Consecuencias del Estalinismo en la URSS. Este colectivo tiene, sin duda, sus raíces en el trotsquismo, que, a su vez, se ha convertido en una comente que goza de gran popularidad entre los historiadores de la ex URSS, gracias a su reputada vertiente crítica,Buena prueba de ello son los profesores que se reúnen en tomo a la mesa que preside Vanessa Redgrave, que comparte los debates desde primera hora de la mañana hasta última hora de la tarde. Ayer, uno de los testimonios más espeluznantes que pudo oir la popular activista -cuyo debut político fueron las sentadas londinenses con Bertrand Russell contra la bomba atómica- fue el del profesor ucranio Hlevniuk, quien relató que de 1932-1933 habían muerto en su república más de cuatro millones de personas.

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Hlevniuk documentó casos de canibalismo y leyó un texto de los archivos. Se trata de una carta de Stalin al secretario general de los comunistas ucranios, en la que el dirigente soviético decía entregarle un arma tan potente como la caballería de Budienny [general bolchevique]: el hambre.

360 cuadros robados por los nazis en Holanda aparecieron ayer en Moscú, pese a que la URSS negó durante medio siglo tenerlos, informa Efe.

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