Entrevista:

"El franquismo era feísimo; daba la impresión de que a todo el mundo le olían los calcetines"

Pregunta. La novela tiene más de 600 páginas. ¿Es un intento de luchar contra la simplificación que impone el paso del tiempo?Respuesta. Franco habla desde la historia. Explica cómo es y cómo ha sido para justificar sus filias y sus fobias. Implica, por tanto, 100 años del país, lo cual exige muchas páginas.

P. En la cita que precede al libro se habla de los ruidos, de las interferencias.

R. El escritor al que encargan la biografía de Franco empieza haciéndolo con prudencia, pero llega un momento en que no puede más e interviene en el texto. Son los ruidos de la com...

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Pregunta. La novela tiene más de 600 páginas. ¿Es un intento de luchar contra la simplificación que impone el paso del tiempo?Respuesta. Franco habla desde la historia. Explica cómo es y cómo ha sido para justificar sus filias y sus fobias. Implica, por tanto, 100 años del país, lo cual exige muchas páginas.

P. En la cita que precede al libro se habla de los ruidos, de las interferencias.

R. El escritor al que encargan la biografía de Franco empieza haciéndolo con prudencia, pero llega un momento en que no puede más e interviene en el texto. Son los ruidos de la comunicación que molestan al editor que encarga la obra. Pero es que el escritor de la novela es un perdedor en muchos sentidos. Es un fracasado histórico, un escritor de segunda.

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P. ¿Es cierto que la novela surgió por un encargo?

R. En Planeta me propusieron escribir Yo, Franco para la colección Memoria de la Historia, pero vi que no estaba cómodo y que prefería hacer la novela por libre. Empecé de la manera más inocente posible, pero el libro se fue hinchando. Franco escribía con morosidad y con mucha retórica y no he respetado su lenguaje real.

P. No debe ser fácil meterse en la piel de Franco.

R. Me he metido en la piel de un supuesto Franco. Es fácil para los que hemos convivido 36 años con el personaje. Lo he leído todo, y la primera aproximación ya la hice cuando publiqué con seudónimo en Ruedo Ibérico El libro pardo del general, que era algo así como El libro rojo de Mao, pero con Franco. Después lo convertí en Los demonios familiares de Franco y ahora publico esta novela. De todos modos, este libro no puede colocarse en la misma balanza con el de un historiador. Un novelista puede y debe ser más arbitrario.

P. Dice en el libro que Franco leía poco.

R. Poquísimo. En una época se quiso formar y leía libros de divulgación o de pensamiento cristiano. Serrano Súñer intentó enriquecer sus lecturas, pero no lo consiguió. Serrano Súñer, por cierto, es un personaje muy interesante, de gran riqueza intelectual y metido en ese friso de barbarie, lo que quizá se explica porque mataron a sus dos hermanos en la guerra. Desde un punto de vista intelectual, es de los personajes más interesantes.

P. ¿Contra Franco vivíamos mejor?

R. Escribí esta frase hace tiempo con un interrogante porque temía que era el criterio de cierta izquierda conservadora. Y la respuesta era que no. Creo que parte de los males de la izquierda es que no superó esa situación de vivir contra el franquismo.

P. ¿Ha sido doloroso el repaso?R. Tengo que decir que todo lo personal del personaje no está inspirado en mí. Hay elementos de distanciamiento, como que nació antes que . yo, que es de Madrid... Fue doloroso sólo el recuerdo de la cantidad de sufrimiento humano que supuso la locura de la guerra civil. Ahora hay una tendencia a decir que fue una guerra inevitable, Pero, fuera o no inevitable, él la provocó.

P. ¿Qué queda del franquismo?

R. Hubo un franquismo sociológico que aún pervive en mayor o menor medida y una retórica del franquismo que recuerda los mejores años, los que fueron de 1962 o 1963 a los primeros de la década de los setenta, y olvida los años de penurias y la crisis económica posterior, que se larvó ya durante el franquismo. En muchos sectores del franquismo sociológico han mitificado los anos económicamente buenos, pero hay que recordar que és tos se basaron en exportar parados primero a Cataluña y al País Vasco y luego a Europa. P. Habla en el libro de la fealdad estética del franquismo. R. El franquismo era feísimo, era una cutrez. Ni siquiera los movimientos de masas del franquismo tuvieron la grande za morbosa de los del nazismo. Era una estética militarista, y daba la impresión de que a todo el mundo le olían los cal cetines.

P. Antes se escribía sobre Franco desde la adulación. Ahora ¿es un ajuste de cuentas?

R. Es la hora de la revisión.

Insisto en que mi libro no es imparcial, entre otras cosas por que no creo en la imparcialidad; pero no puede ser un ajuste de cuentas porque a Franco no le venció nada. Cuando murió no se tocó ni un duro ni un cabello a nadie. No hubo catar sis popular. Franco sigue sien do el gran vencedor.

P. ¿Esperaban otro final los antifranquistas?

R. Esta fue la visión de los que hicieron la guerra y que luchaban contra el tiempo. Los que vinimos más tarde, este juego no lo vimos nunca. Yo, personalmente, cuando vi que Franco nombraba heredero a Carrero Blanco experimenté la terrible sensación de que aquello podía ser eterno. Lo que sí nos parecía a los jóvenes era que el franquismo era una especie de juego grotesco. Era cómico, hilarante, si no hubiera sido por la represión, que hacía que el poder se volviera grotesco y démodé.

P. ¿Es la última vez que escribe sobre Franco?

R. Con este libro pienso acabar con un tema que empecé con El pianista, continué con Galíndez y acabo con Autobiografía del general Franco. Lo que me interesaba era la búsqueda de un sentido ético y la relación que hay entre una con ducta ética y una personal.

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