TRIBUNALES

Un arrocero dice que un guarda de Doñana llevó aves enfermas a los cultivos

José Pruñonosa Martínez, uno de los arroceros acusado de la mortandad de aves en Doñana durante el verano de 1986, denunció ayer, durante el interrogatorio al que fue sometido en el juicio que se sigue por estos hechos, que un guarda del parque y varios "chavales" trasladaron aves enfermas desde el interior de la reserva a la zona próxima de Cantaritas "para reponer las aves enfermas" en los arrozales. La denuncia, que será tratada en próximas sesiones del juicio, refuerza las tesis de los arroceros, que insisten en que sus cultivos son "restaurantes de cinco tenedores" para las aves acuáticas...

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José Pruñonosa Martínez, uno de los arroceros acusado de la mortandad de aves en Doñana durante el verano de 1986, denunció ayer, durante el interrogatorio al que fue sometido en el juicio que se sigue por estos hechos, que un guarda del parque y varios "chavales" trasladaron aves enfermas desde el interior de la reserva a la zona próxima de Cantaritas "para reponer las aves enfermas" en los arrozales. La denuncia, que será tratada en próximas sesiones del juicio, refuerza las tesis de los arroceros, que insisten en que sus cultivos son "restaurantes de cinco tenedores" para las aves acuáticas del entorno de Doñana.Además, Pruñonosa declaró que aquel verano de 1986 corrió la voz en Villafranco del Guadalquivir -el municipio donde reside la mayoría de los arroceros acusados- que "la reserva", como llaman estos agricultores a Doñana, había sido fumigada para combatir una plaga de mosquitos debido a que el presidente del Gobierno, Felipe González, veraneaba allí. Esta versión coincidió con la de otros cuatro de los 12 arroceros que ayer prestaron declaración.

Los arroceros reiteraron que compraban el producto químico, al que se achaca de la mortandad de las aves, por consejo de sus proveedores para combatir la plaga del gusano rojo; que ninguno se preocupó de leer las especificaciones del Folidol M-35 y que ni siquiera conocían el nombre del producto; que las aguas de sus tablas de arroz, una vez utilizado el pesticida, desaguaban en el Guadalquivir y no en Doñana, así como que los patos criaban en la época de utilización del Folidol M-35 "y corrían como cohetes por los arrozales", sin que se encontrara ninguna ave muerta en sus tierras.

En referencia al juicio, el presidente del Patronato de Doñana, Enrique Barón, declaró ayer que "hay que sacar lecciones de los errores del pasado" y que el parque recibe una inversión por hectárea cinco veces superior a la de cualquier parque europeo, informa Inmaculada Ruiz. Barón cifró en 2.500 millones de pesetas el coste anual de Doñana.

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