Crítica:TEATRO

Los caminos del astracán

No es una de las comedias históricas de Jardiel; ni antológica. Sirve, en cambio para ver, como en un modelo abultado, todos sus hallazgos teatrales y también muchos de sus defectos. La rapidez de entrar en una situación desde el momento mismo de levantarse el telón, la forma de resolver de manera original la inevitable escena de antecedentes, la entrada de lleno en la presentación y el nudo de una manera original, las dificultades para los enredosos desenlaces, la insistencia en repetir todo tres veces (una, porque hay que decirlo; otra, para que se entere el público; la tercera, para que lo ...

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No es una de las comedias históricas de Jardiel; ni antológica. Sirve, en cambio para ver, como en un modelo abultado, todos sus hallazgos teatrales y también muchos de sus defectos. La rapidez de entrar en una situación desde el momento mismo de levantarse el telón, la forma de resolver de manera original la inevitable escena de antecedentes, la entrada de lleno en la presentación y el nudo de una manera original, las dificultades para los enredosos desenlaces, la insistencia en repetir todo tres veces (una, porque hay que decirlo; otra, para que se entere el público; la tercera, para que lo comprendan los críticos, decía él) que le hace tan reiterativo y a veces tan pesadote; el honrado deseo de hacer que lo inverosímil tenga una justificación...Ya queda muy antiguo todo esto, y la dirección de Ruggiero ha tenido la idea de añadir algo a su antigüedad, en lugar de disimularla, raparla, abreviarla. La ficción, dentro de la ficción, consiste en que se supone a la compañía como si fuese una de aquellas que pasaban por los pueblos representando las obras de Madrid: con decorados ajados, con problemas de luces y atrezzo; gritonas, desmemoriadas, escuchando al apuntador, mirando al público. No parece que esta compañía ni esta puesta en escena hayan tenido grandes dificultades en reproducir el mal teatro.

Tú y yo somos tres

Autor: Enrique Jardiel Poncela.Dirección: Ángel Ruggiero. Intérpretes: Isabel Carmona, Nieves Villena, Ángel de Andrés López, Empar Ferrer, Mercedes Albau, Paco J. Barbero, César Sánchez, José Galotto, Paco Peña, Victoria Enguidanos, Natalia Dicenta, Gaspar Cano, Ángel Pardo. Escenografía y vestuario: Ramón Sánchez Prats. Teatro Albéniz. Madrid, 3 de marzo.

Con esta fórmula, la obra que en su tiempo se pretendía de un humor inteligente y raro -y que lo era sobre todo por su enorme superioridad de construcción y de dramaturgia que todo el teatro en torno-, se consigue mejor la carcajada, que estalla con frecuencia. Digamos que se aplican a Jardiel Poncela los recursos de Muñoz Seca, y así la reposición puede salir adelante.

En todos los sobrentendidos participan los actores. A destacar especialmente Natalia Dicenta y de Andrés López, cuya dinastía teatral, tan antigua, permite fácilmente acomodarse a las formas antiguas de la representación y que son también capaces de hacer teatro moderno. Con sus compañeros hicieron reír al público del estreno y lo conseguirán con sus espectadores sucesivos.

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