Editorial:

Salvar la Tierra

EN JUNIO de este año, los 166 países miembros de las Naciones Unidas participarán en Río de Janeiro en la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, ya conocida en todo el mundo por cumbre de la Tierra. Esta reunión, aunque no alcanzara sus ambiciosos objetivos, marcará sin duda un hito al integrar definitivamente la preocupación por la casa común, la Tierra, en las actividades políticas y económicas. La conferencia va mucho más allá de la conservación de la naturaleza; en Río se hablará de la pesca y de los bosques, pero sobre todo de la pobreza y el desarrollo, el comercio...

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EN JUNIO de este año, los 166 países miembros de las Naciones Unidas participarán en Río de Janeiro en la Conferencia Mundial sobre Medio Ambiente y Desarrollo, ya conocida en todo el mundo por cumbre de la Tierra. Esta reunión, aunque no alcanzara sus ambiciosos objetivos, marcará sin duda un hito al integrar definitivamente la preocupación por la casa común, la Tierra, en las actividades políticas y económicas. La conferencia va mucho más allá de la conservación de la naturaleza; en Río se hablará de la pesca y de los bosques, pero sobre todo de la pobreza y el desarrollo, el comercio internacional, la deuda del Tercer Mundo y el consumo en los países industrializados.Ya no se concibe la conservación del medio ambiente por sí solo, y el concepto a aplicar es el de desarrollo sostenido, el que tiene en cuenta el bienestar del hombre sin olvidar que los recursos naturales son limitados. Los problemas de fondo son el foso cada vez más ancho y profundo que separa a las pocas naciones ricas de las muchas pobres y el fracaso en los intentos de limitar el crecimiento demográfico.

El que con este sombrío panorama de sobrepoblación y hambre el medio ambiente se haya convertido en epicentro de atención política mundial es, en definitiva, consecuencia de estudios como el que, facilitó hace 20 años el Club de Roma, Los limites del crecimiento, y la convicción de que la Tierra no posee recursos inagotables. Otra cosa son los posibles resultados de la conferencia. Se espera conseguir un acuerdo de principio sobre e¡ respeto a los recursos naturales en una Carta de la Tierra y la firma de dos tratados, uno sobre medidas para limitar el cambio climático y otro para preservar las especies animales y vegetales. Con todo, una de las mayores preocupaciones sobre los resultados finales de la cumbre es la actitud de EE UU, reacio -de momento- a hacer grandes concesiones en las tesis más ecologistas.

La mayoría de los países del Tercer Mundo se sienten injustamente atacados por utilizar sus recursos naturales cuando constituyen su único medio de supervivencia y piden a cambio transferencia de tecnología y recursos financieros para desarrollarse. Uno de los debates previstos versará sobre el posible derecho de injerencia de la comunidad internacional en los asuntos internos de un país cuando resulte comprometido el medio ambiente. Ello podría llevar a incluir dentro de los derechos del hombre el derecho de las generaciones futuras a vivir en un planeta no devastado y a establecer su tutela por los organismos internacionales existentes o por otros por crear. Un tema lo suficientemente importante como para que el Gobierno español y el Parlamento propicien un debate. La Tierra es un tema de y para todos.

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