LA URSS SE DESINTEGRA

Los alemanes se resisten a ver partir a su héroe Gorbachov

Los alemanes se resisten a ver partir hacia el baúl de la historia a uno de sus grandes héroes. Mijaíl Gorbachov no es sólo el hombre que hizo posible la unificación; más allá de las realidades políticas, es una referencia emocional. Divididos, ocupados, agazapados en la primera trinchera de la guerra fría durante 40 años, su aparición en la escena política fue como la llegada del ángel del amanecer que venía a despertarlos de una larga pesadilla.El pasado miércoles, un humorista aseguraba en un programa de la televisión alemana que Gorbachov había decidido emigrar a Alemania y hacerse militan...

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Los alemanes se resisten a ver partir hacia el baúl de la historia a uno de sus grandes héroes. Mijaíl Gorbachov no es sólo el hombre que hizo posible la unificación; más allá de las realidades políticas, es una referencia emocional. Divididos, ocupados, agazapados en la primera trinchera de la guerra fría durante 40 años, su aparición en la escena política fue como la llegada del ángel del amanecer que venía a despertarlos de una larga pesadilla.El pasado miércoles, un humorista aseguraba en un programa de la televisión alemana que Gorbachov había decidido emigrar a Alemania y hacerse militante de la CDU, el partido democristiano del canciller Kohl. "Pero no empezará por la base", añadía el comentarista, "sino que ya está decidido que se presente como candidato a la cancillería en las próximas elecciones, ya que ésta es la única manera de que la CDU las gane".

En la primavera de 1989, meses antes de que empezara el increíble y rápido proceso por el que los países de Europa central y del Este se desembarazaron del dominio soviético, cuando todavía la división de Alemania parecía una realidad inamovible, Gorbachov se paseaba triunfal por la capitales occidentales, despertando a su paso lo que se etiquetó como gorbymanía. Pero entre todos sus paseos triunfales, su visita a Bonn puede considerarse como el momento álgido de su popularidad.

La historia decidirá

Gorbachov hizo de profeta: "La historia decidirá sobre la división de Alemania", anunció en Bonn. Cuando, tras la brecha abierta por Hungría en el telón de acero, los alemanes orientales empezaron a escapar de su paraíso socialista, el Kremlin cumplió su palabra, y dejó a la historia seguir su curso. En septiembre de 1989, la RDA cumplía 40 años. Gorbachov estuvo en Berlín Oriental. "La vida castiga a los que no saben adaptarse", dijo en clara referencia a Erich Honecker y sus gerontócratas.

Un mes después caía el muro de Berlín, gracias en parte a que las tropas soviéticas en la RDA se negaron a apoyar la represión contra los manifestantes. A principios de 1990, mientras que el Gobierno de Berlín Oriental se mostraba incapaz de lidíar con la descomposición del Estado, el canciller Helmut Kohl voló a Moscú y a la vuelta aseguró que tenía la llave de la unificación.

Kohl apretó el acelerador. Moscú se negaba a que la Alemania unificada perteneciera a la Alianza Atlántica. A principios de verano, las conversaciones parecían estancadas. El canciller tomó de nuevo la iniciativa y voló por sorpresa a la dacha de Gorbachov en el Cáucaso, consiguiendo la luz verde definitiva. El 3 de octubre se consumaba la unificación. Si hay un país en el mundo que más deba a la perestroika gorbachoviana, éste es Alemania.

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