García Vargas llama a contener la ira
El ministro de Defensa, Julián García Vargas, pidió ayer a la sociedad, y en especial al estamento militar, que contenga la rabia provocada por los atentados de ETA. "Ante situaciones como ésta", dijo al término del funeral por el teniente Francisco Carballar, "todos los ciudadanos sentimos una rabia y un ira infinita, pero nos tenemos que controlar y mantener vigilantes". Ayer por la tarde, la totalidad de los vecinos de Santa Olalla de Cela (Huelva), localidad natal del fallecido, acudieron al entierro del teniente Carballar, informa Efe.El ministro reiteró sus palabras después de que un asi...
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El ministro de Defensa, Julián García Vargas, pidió ayer a la sociedad, y en especial al estamento militar, que contenga la rabia provocada por los atentados de ETA. "Ante situaciones como ésta", dijo al término del funeral por el teniente Francisco Carballar, "todos los ciudadanos sentimos una rabia y un ira infinita, pero nos tenemos que controlar y mantener vigilantes". Ayer por la tarde, la totalidad de los vecinos de Santa Olalla de Cela (Huelva), localidad natal del fallecido, acudieron al entierro del teniente Carballar, informa Efe.El ministro reiteró sus palabras después de que un asistente al acto fúnebre pidiese a gritos pena de muerte para ETA", una reivindicación extendida en las Fuerzas Armadas, sobre todo en momentos de gran tensión.
García Vargas apostó, sin embargo, por aumentar la colaboración ciudadana, pues sólo la presión sistemática tendrá éxito frente a una banda terrorista "en declive y cada vez más aislada". En respuesta a Herri Batasuna, subrayó que "no habrá negociación ni agrupamiento de presos. No van a doblegar a las Fuerzas Armadas, ni a la Fuerzas de Seguridad, ni a la sociedad española".
Las llamadas a la calma resultaron innecesarias. Los numerosos militares y civiles que en la noche del jueves y la mañana de ayer desfilaron por la capilla ardiente -en el Hospital Militar Gómez Ulla de Madrid- aparecían abatidos, pero serenos.
Los familiares y amigos de la víctima se escondían de la prensa, como si les avergonzara exponer su dolor al público. En los corrillos no faltaron reproches al Gobierno -"lo único que funciona es el estilo Amedo", decía un militar retirado-, pero la mayoría optaba por "morderse la lengua", en expresión de otro.
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