Adónde iremos en el siglo XXV

Una exposición en Washington y Madrid contará lo que sucederá en Marte

Nuestros nietos se enfrentarán al dilema de dimensiones metafísicas de emprender viajes a lejanas estrellas -muy cercanas en realidad en el infinito del cosmos- cuyo destino final sólo alcanzarán sus descendientes, al cabo de generaciones. Esa es una de las abisales prospecciones sobre el futuro que realizará la exposición ¿ Y ahora adónde, Colón?, organizada por el Museo del Aire y el Espacio del Smithsonian Institute, en Washington, y la Sociedad Estatal del Quinto Centenario, que será inaugurada en Washington y Madrid en el verano de 1992 como una forma de celebrar el viaje de Colón, a part...

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte

Nuestros nietos se enfrentarán al dilema de dimensiones metafísicas de emprender viajes a lejanas estrellas -muy cercanas en realidad en el infinito del cosmos- cuyo destino final sólo alcanzarán sus descendientes, al cabo de generaciones. Esa es una de las abisales prospecciones sobre el futuro que realizará la exposición ¿ Y ahora adónde, Colón?, organizada por el Museo del Aire y el Espacio del Smithsonian Institute, en Washington, y la Sociedad Estatal del Quinto Centenario, que será inaugurada en Washington y Madrid en el verano de 1992 como una forma de celebrar el viaje de Colón, a partir de la pregunta ¿adónde iremos en los próximos 500 años?

Sabemos ya que en los próximos 50 llegaremos a Marte, dormiremos allí en habitaciones no muy distintas de las de un internado y cultivaremos tomates, o lo que allí se dé bien, mientras que manejables robots semejantes a escarabajos relizarán el trabajo duro y nosotros nos preguntaremos, como ha ocurrido siempre en el encuentro de las culturas, sí tenemos derecho a hurgar así donde nadie nos ha llamado.Porque se pretende, que el visitante de la exposición, que durará cinco años en Washington y será permanente en Valdebernardo, al sur de Madrid, afronte los problemas, incluídos los morales, que han tenido que ir resolviendo los científicos, y tome las decisiones que determinarán su recorrido por la exposición; algo parecido a los simuladores de vuelo, pero a escala espacial.

Según explicó a este periódico John M. Carlin, director adjunto del Museo Nacional del Aire y el Espacio, de Estados Unidos, la exposición se preguntará por qué y cómo los hombres exploramos lo que nos rodea, para lo cual elegirá la expedición de Cristobal Colón -ahí reside la aportación española, con documentos y objetos de la época-; y también cuáles serán las exploraciones de los próximos 50 y 500 años: esto es, la inmediata vecindad de nuestro sistema solar, y luego más lejos.

Ni que decir tiene que las respuestas contendrán abundantes enigmas, aunque con respuestas sugeridas por las probabilidades de la informática más avanzada. El presupuesto de ambas exposiciones asciende a más de 500 millones de pesetas, que habrán de ser sufragados por la empresa privada, con ciertos benefícios fiscales; se ha recaudado ya cerca del 40% del presupuesto y, aunque el tiempo apremia, John M. Carlin dijo ser optimista.

Entre los ingenios más espectaculares con los que tendrán que enfrentarse los muchos turistas espaciales previstos -sólo en Washington se espera la visita de 40 millones de personas, pues el Smithsonian Institute es el museo más frecuentado del mundo- figura un Stellarium, una suerte de cuarto redondo cuyas paredes electrónicas reproducen el espacio a voluntad, de modo que el visitante puede ver lo que se ve realmente desde infinitos puntos del espacio conocido.

O los sonidos del SETI (de no casuales resonancias con ET, el extraterrestre), que es el artefacto inventado por los científicos espaciales para escuchar el sonido de cualquier Inteligencia Extraterrestre que, como nosotros, esté buscando, Podrán ver cómo se les ablandan los músculos de las piernas a los astronautas, y cómo se les empequeñece el corazón por viajar tan lejos.

Contacto

Entre otras una película animada al estilo de Quién engañó a Roger Rabbit mostrará a Albert Einstein dirigiendo el tráfico en el espacio interestelar, de manera que las infracciones recaerán en quienes violen las leyes de la astrofísica. Einstein hará rebobinar la película para explicar cómo deben funcionar las cosas en el espacio, de acuerdo con un código de circulación que algún día habrá de sernos familiar: la gravedad, la relatividad, la aerodinámica, el vacío, la mecánica celeste.

Otra película, Contact, reflejará lo que han sido los encuentros entre culturas extrañas a lo largo de la historia y, ayudándose también del cuantioso caudal aportado por la ficción, intentará sugerir lo que puede llegar a ser un encuentro en la tercera fase, en la acepción de la película del mismo nombre, esto es, lo que podría ser el primer encuentro con extraterrestres. Se revisarán los estereotipos más conocidos -el invasor, la amenaza militar, la biológica, el del extraterrestre primitivo o inocente, el que es una máquina-, y volverá a preguntar, como siempre: ¿Serán amigos o enemigos?

Toda la cultura que va contigo te espera aquí.
Suscríbete

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
RECÍBELO

Archivado En