Crítica:JAZZ

El mejor camino

Wyriton Marsalis fue sustituido por Ference Blanchard en los Jazz Messengers de Art Blakey, creando una saludable controversia entre partidarios de la inmaculada técnica del primero y devotos del cálido arrojo del segundo, sin que al final se haya llegado a ninguna conclusión definitiva. Cosa lógica si se tiene en cuenta que ambos están implicados en el empeño de reintegrar a Nueva Orleans el lugar de honor perdido y, al mismo tiempo, dar un fuerte empujón a las posibilidades expresivas de la trompeta.Sin embargo, a partir de 1988 comenzaron a otear horizontes bien distintos. Mientras Marsalis...

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Wyriton Marsalis fue sustituido por Ference Blanchard en los Jazz Messengers de Art Blakey, creando una saludable controversia entre partidarios de la inmaculada técnica del primero y devotos del cálido arrojo del segundo, sin que al final se haya llegado a ninguna conclusión definitiva. Cosa lógica si se tiene en cuenta que ambos están implicados en el empeño de reintegrar a Nueva Orleans el lugar de honor perdido y, al mismo tiempo, dar un fuerte empujón a las posibilidades expresivas de la trompeta.Sin embargo, a partir de 1988 comenzaron a otear horizontes bien distintos. Mientras Marsalis giró 360 grados rumbo a los orígenes, Blanchard, como demostró en su concierto del Clamores, sigue fiel al postbop del quinteto de Miles Davis de los sesenta y, quizá por influencia de su reciente participación en la banda sonora de la película Mo'better blues, del jazz intenso y espiritual del cuarteto de John Coltrane de esa misma década.

Terence Blanchard & his American Quintet

Terence Blanchard (trompeta), Sam Newsome (saxo tenor), Bruce Barth (plano), Rodney Whitaker (contrabajo) y Troy Davis (batería). Precio: 1.500 pesetas. Clamores Jazz. Madrid, 3 de febrero.

Junto a Troy Davis, Rodney Whitaker y Bruce Barth, en primera línea estuvieron el saxofonista Sam Newsome y el propio Blanchard, que lució una ultramoderna trompeta, resultado de complicados estudios para mejorar la precisión y pureza de su sonido, pero que tiene el inconveniente de pesar como un demonio. No hay que reparar en esfuerzos cuando se quiere ocupar un lugar destacado en la historia de la trompeta en el jaz-7, y Blanchard está en el mejor camino.

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