Emotivo entierro de 16 desaparecidos bajo la dictadura chilena

En un funeral conjunto, al que asistieron 2.000 personas y representantes del Gobierno, fueron enterrados ayer 16 campesinos detenidos y desaparecidos durante la dictadura militar. Cientos de automóviles acompañaron el cortejo encabezado por 16 coches funerarios en su recorrido desde el depósito de cadáveres de Santiago hasta Huelquén, una zona rural a 55 kilómetros al sur de la capital, donde después de una misa los familiares pudieron enterrar a las víctimas, poniendo un triste final a 17 años de búsqueda.Una noche de octubre, poco después del golpe militar de 1973, patrullas integradas ...

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En un funeral conjunto, al que asistieron 2.000 personas y representantes del Gobierno, fueron enterrados ayer 16 campesinos detenidos y desaparecidos durante la dictadura militar. Cientos de automóviles acompañaron el cortejo encabezado por 16 coches funerarios en su recorrido desde el depósito de cadáveres de Santiago hasta Huelquén, una zona rural a 55 kilómetros al sur de la capital, donde después de una misa los familiares pudieron enterrar a las víctimas, poniendo un triste final a 17 años de búsqueda.Una noche de octubre, poco después del golpe militar de 1973, patrullas integradas por militares y civiles sacaron a los 16 campesinos de sus casas. Sus cuerpos fueron encontrados en un cerro cercano, donde estaban superficialmente enterrados y fueron trasladados a Santiago. Durante 17 años han permanecido dentro de sacos en el depósito de cadáveres. Los funcionarios de esta institución negaron siempre a los familiares de los desaparecidos, a las organizaciones humanitarias y a la justicia que allí estuvieran los cuerpos.

"Fue una crueldad terrible", dijo la abogada de la Vicaría de la Solidaridad, Rose María Bornand, que investigó el caso. Las madres de los asesinados recorrieron durante años los cerros cercanos buscando restos humanos, hasta que, una vez restablecida la democracia, un juez civil encontró el lugar donde estaban guardados los cadáveres.

El sábado, bajo una lluvia de pétalos de flores, las víctimas regresaron a su tierra. Cuando el cortejo pasó frente al domicilio de uno de los asesinos, un latifundista local, que está protegido por la ley de amnistía de la dictadura, los manifestantes pidieron justicia contra la impunidad. Pasó después por el llamado callejón de las viudas, una calle donde la represión exterminó a todos los varones.

Durante la misa al aire libre, en un campo de fútbol donde los campesinos fueron víctimas de las primeras vejaciones, ondearon banderas rojas. El ministro Enrique Correa, portavoz del Gobierno, dijo que rendía un homenaje a "ciudadanos honorables que fueron objeto de atroces crímenes".

Un verso del poeta Pablo Neruda quedó inscrito en la tumba de la lápida común: "Aunque los pasos toquen mil años este sitio, no borrarán la sangre de los que aquí cayeron".

En la comuna de Paine, donde está Huelquén, la represión se ensañaron después del golpe militar. Era la venganza contra la reforma agraria realizada en los Gobiernos anteriores. Hay todavía 70 desaparecidos, cifra mayor más que en muchas ciudades importantes.

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El número de detenidos-desaparecidos en todo el país durante el régimen militar de Pinochet se eleva a mil.

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