Tribuna:COMUNIDAD EUROPEA-AMÉRICA LATINA

Una señal esperada

Hablamos de una región que cifra sus expectativas de reinsertarse en el nuevo contexto internacional a partir del relanzamiento de un sector agropecuario moderno y dinámico, generador de una producción diversificada y con mayor valor agregado. Es la señal, esperada por mucho tiempo y con esperanza, de que Europa tiene la Voluntad de replantear su política agraria.Antes de la II Guerra Mundial, el comercio internacional fue un importante elemento de crecimiento de la economía mundial y las fronteras eran relativamente abiertas para el comercio, sobre todo en el campo agrícola. Pero en la posgue...

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Hablamos de una región que cifra sus expectativas de reinsertarse en el nuevo contexto internacional a partir del relanzamiento de un sector agropecuario moderno y dinámico, generador de una producción diversificada y con mayor valor agregado. Es la señal, esperada por mucho tiempo y con esperanza, de que Europa tiene la Voluntad de replantear su política agraria.Antes de la II Guerra Mundial, el comercio internacional fue un importante elemento de crecimiento de la economía mundial y las fronteras eran relativamente abiertas para el comercio, sobre todo en el campo agrícola. Pero en la posguerra, los países industrial izados empezaron a edificar una política mucho más proteccionista, con complejos y afinados mecanismos arancelarios y no arancelarios, buscando asegurar su autoabastecimiento agroalimentarlo. El objetivo no sólo se logró, sino que permitió el aumento de la producción hasta convertir a un gran número de países industrializados en importantes ex portadores de productos agrarios.

América Latina, en respuesta, también erigió mecanismos de protección, pero orientados al sector industrial, relegando al sector agropecuario a la función de proveedor de mano de obra y alimentos baratos.

Los acontecimientos que registra el escenario internacional evidencian la existencia de drásticos cambios de orden estructura] en las relaciones políticas y económicas: se desideologizan las políticas, se globalizan los mercados financieros y es creciente la competitividad en los mercados comerciales.

Un primer balance de los efectos de estos cambios sobre América Latina y el Caribe no es positivo, pues han significado una gravitación menor de la región en el contexto mundial. Sin duda ha contribuido a ello el modelo de desarrollo seguido durante las décadas de los sesenta y setenta, que se caracterizó por su escasa flexibilidad para permitir las readecuaciones al nuevo escenario y que se tradujo en un gradual aislamiento de nuestros países.

Sumado al aislamiento económico, un doble fenómeno perjudicó a la región: el endeudamiento externo y la caída de los precios internacionales de sus principales productos agrarios.

Pero América Latina comprende hoy que debe poner fin a los aislacionismos y emprender la búsqueda de una nueva forma de inserción en el contexto internacional. La pregunta central sobre la que debemos detenemos a reflexionar se refiere a los caminos que debe recorrer la región.

En el interior de los países parece conveniente proseguir con los procesos de ajuste, en la medida en que no se conciban como fines en sí mismos y que permitan crear condiciones de estabilidad para retomar la senda de un desarrollo con equidad que contribuyan a fortalecer los regímenes democráticos que emergieron durante la década de los ochenta.

También es necesario recorrer el camino de la profundización de los procesos integracionistas subregionales y regionales, con la finalidad de generar economías de escala para mejorar la interlocución con el mundo desarrollado.

Procesos dinámicos

Los nuevos y dinámicos procesos de integración iniciados en Centroamérica y en el Cono Sur complementan los mecanismos existentes en los países de la zona andina (JUNAC) y del Caribe de habla inglesa (Caricom), los que podrían potenciarse con la Iniciativa para las Américas, anunciada por el presidente George Bush.

La triangulación entre comercio, deuda externa e integración es el factor innovador del Plan Bush, pues abre favorables perspectivas para una aceleración del inicio de acciones conjuntas entre los países del continente.Una de las transformaciones más importantes en curso en América Latina es un rápido proceso de apertura económica, dirigido a lograr una mayor eficiencia y a privilegiar los sectores con ventajas comparativas naturales.

La modernización del sector agropecuario se identifica así como otro de los caminos que debe transitar la región. Es necesario consolidar una visión estratégica que deje de lado el papel de mero proveedor de productos primarios y pasar al concepto de "sector ampliado", que involucra al complejo agrícola-industrial, con sus encadenamientos tanto hacia atrás como hacia adelante. Hacia atrás deben identificarse los vínculos con las industrias de insumos, maquinarias y equipos. Hacia adelante, la industrialización de la agricultura debe fortalecer los encadenamientos con el sector alimentario que surgen del cambio tecnológico, la urbanización y las relaciones comerciales internacionales.

Esta nueva visión de una agricultura modema, tecnificada, con fuertes relaciones intra e intersectoriales y que al mismo tiempo sean sensibles a la equidad y a la conservación de los recursos naturales, está reflejada en el Plan de Acción Conjunta para la Reactivación Agropecuaria en América Latina y el Caribe (PLANALC), aprobado hace poco más de un ano por los ministros de Agricultura de la región.

Su cartera de programas y proyectos multinacionales, cuya ejecución coordina el Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), es un fuerte apoyo de la cooperación a los procesos de integración. Esa cartera de iniciativas conjuntas comprende sectores vitales para un desarrollo equilibrado: armonización de políticas, consolidación y creación de redes tecnológicas, políticas diferenciadas para el desarrollo rural, diversificación de exportaciones y fortalecimiento de acciones en materia fito y zoosanitaria.

El sector agropecuario es la gran esperanza para la región, esperanza que está siendo alimentada por las evidencias recientes de una disposición de los países industrializados de comenzar a cambiar sus políticas agropecuarias, dando nuevas posibilidades al comercio mundial. América Latina ha recibido con satisfacción y optimismo el anuncio de que la Comisión Europea decidió proponer una rebaja del 30% en los subsidios a la agricultura. Este signo alentador es un paso y deberá ser también un elemento central de las negociaciones que surgirán en el interior de la propia América en el marco del Plan Bush.

Martín E. Piñeiro es director general del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA).

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