Una función de ballet inauguró la séptima edición del Festival de Otoño
Una modesta función de ballet en el recién inaugurado teatro José María Rodero, de Torrejón de Ardoz -en la que participaron media docena de bailarines franceses, ninguno de ellos de reheve-, fue el acto con el que se inauguró el pasado viernes por la noche la VII edición del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid.
La organización del evento resultó superior a la calidad artística del espectáculo: los invitados y espectadores fueron trasladados a Torrejón en un cómodo tren especial, pero ni el programa ni los bailarines que finalmente se presentaron, después de sucesivos cambio...
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Una modesta función de ballet en el recién inaugurado teatro José María Rodero, de Torrejón de Ardoz -en la que participaron media docena de bailarines franceses, ninguno de ellos de reheve-, fue el acto con el que se inauguró el pasado viernes por la noche la VII edición del Festival de Otoño de la Comunidad de Madrid.
La organización del evento resultó superior a la calidad artística del espectáculo: los invitados y espectadores fueron trasladados a Torrejón en un cómodo tren especial, pero ni el programa ni los bailarines que finalmente se presentaron, después de sucesivos cambios, justíficaban el desplazamiento. Entre las pobrísimas versiones de dos números tradicionales de virtuosismo clásico -los pasos a dos de El corsario y La esmeralda- a cargo de Cecile Sclaux y Eric Quillére; la muestra del coreógrafo suizo Norbert Schmucky (La flauta de Pan) complaciente y torpe, y la reconstrucción de un paso a dos del Romeo y Julieta del que fue director del Ballet de la Opera de París durante casi tres décadas, Serge Lifar -que justificó plenamente el olvido en que se le tiene fuera de Francia- sólo se salvó el paso a dos de Kenneth McMillan, que bailaron Sophie Marquet y Philippe Annota, solistas del Ballet Francés de Nancy.