El cardenal Ratzinger espera que Boff enseñe con "fidelidad a la Iglesia y espíritu franciscano"

El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, manifestó ayer en Madrid que su dicasterio no busca "encontronazos" con el teólogo de la liberación brasileño Leonardo Boff, a quien hace unos años las autoridades vaticanas obligaron a guardar silencio. Ratzinger, que no se pronunció sobre los rumores de una nueva sanción contra Boff, agregó que esperaba que el franciscano brasileño enseñara teología con "fidelidad a la Iglesia y espíritu franciscano". El cardenal no quiso extenderse sobre los conflictos de Roma con algunos teólogos progresistas. Ratzinger pr...

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El prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, manifestó ayer en Madrid que su dicasterio no busca "encontronazos" con el teólogo de la liberación brasileño Leonardo Boff, a quien hace unos años las autoridades vaticanas obligaron a guardar silencio. Ratzinger, que no se pronunció sobre los rumores de una nueva sanción contra Boff, agregó que esperaba que el franciscano brasileño enseñara teología con "fidelidad a la Iglesia y espíritu franciscano". El cardenal no quiso extenderse sobre los conflictos de Roma con algunos teólogos progresistas. Ratzinger prefirió poner énfasis en la necesidad de potenciar valores como la trascendencia cristiana en la reconstrucción de Europa.

La preocupación por la presencia de elementos cristianos en esa reconstrucción fue el mensaje que el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe lanzó ayer en Madrid donde anoche pronunció una conferencia en un encuentro de intelectuales católicos, organizado por el episcopado. A mediodía, en la comparecencia del cardenal ante los medios de comunicación, Ratzinger desplegó su habilidad dialéctica para responder a las preguntas más conflictivas.El cardenal, por ejemplo, hizo gala de esta habilidad cuando fue preguntado sobre las muestras de solidaridad que en toda Europa ha recibido la Declaración de Colonia, hecha pública en enero del pasado año y en la que unos 200 teólogos criticaban, entre otras cosas, el autoritarismo de las actuaciones de Roma. "No quiero meter a todos los firmantes en el mismo saco", dijo Ratzinger, "porque hay mucha, variedad".

En el caso de Boff, aseguró no querer "encontronazos" con este teólogo y, también en el terreno de la teología de la liberación, recordó que él había condenado enérgicamente el asesinato de los seis jesuitas -entre ellos Ignacio Ellacuría- a manos de militares de El Salvador. "Nosotros", dijo, "luchamos por la justicia de forma no violenta; en las instrucciones sobre la teología de la liberación que hemos hecho públicas excluimos la violencia e indicamos cuál es el camino justo entre compromiso político y religioso".

La cautela del cardenal alemán continuó, aunque adoptó un tono algo más duro cuando expuso su juicio sobre el último libro-entrevista del moralista Bernard Häring. Este teólogo afirma preferir los tribunales nazis del III Reich antes que los de la Iglesia católica, que dependen del dicasterio del que Ratzinger es prefecto. "La selección de textos que Häring publica en su libro es unilateral y no refleja toda la verdad; cuando procesaron al teólogo norteamericano Charles Curran [apartado de la docencia en las universidades católicas de EE UU], Häring dijo que había encontrado un clima muy fraterno en la Congregación para la Doctrina de la Fe", añadió el cardenal.

La caída del muro

Ratzinger pasó de puntillas por encima de los temas más polémicos y se extendió mucho más en analizar la realidad europea, en la que "ha caído un cierto concepto de materialismo, un concepto reducido de razón y un concepto mecanicista de la historia".A todas estas caídas hay que sumar la del muro de Berlín, que el cardenal calificó de esperanzadora. "La apertura de Oriente abre nuevas perspectivas para la fe; allí donde la cultura atea se presentaba como científica nació la sed de Dios", destacó el prefecto de la congregación romana. Sin embargo, mostró su inquietud de que la casa común europea tome como síntesis los aspectos más negativos de los dos bloques.

Entre estos elementos se encuentra el secularismo, que, a su juicio, "puede sofocar la fe". Ratzinger abogó por una sociedad que no ignore la trascendencia de Dios.

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