El dinosaurio que nació en Lérida

Un grupo de investigadores describe un nuevo animal tras seis años de trabajo

Se llama, con perdón, Pararhabdodon isonense y nació hace 65 millones de años en lo que ahora es la cuenca de Tremp, en el pre-Pirineo de Lérida. Sus patas delanteras eran muy pequeñas y utilizaba sólo las dos traseras para caminar; medía cinco metros desde la cabeza hasta la punta de la cola; era de costumbres vegetarianas, y perteneció a la reputada familia del iguanodón, que habitó Europa durante buena parte de la era secundaria.

Después de tantos millones de años, el Pararhabdodon isonense ha vuelto a nacer, esta vez para la ciencia, gracias al trabajo desarrollado desde 1984...

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Se llama, con perdón, Pararhabdodon isonense y nació hace 65 millones de años en lo que ahora es la cuenca de Tremp, en el pre-Pirineo de Lérida. Sus patas delanteras eran muy pequeñas y utilizaba sólo las dos traseras para caminar; medía cinco metros desde la cabeza hasta la punta de la cola; era de costumbres vegetarianas, y perteneció a la reputada familia del iguanodón, que habitó Europa durante buena parte de la era secundaria.

Después de tantos millones de años, el Pararhabdodon isonense ha vuelto a nacer, esta vez para la ciencia, gracias al trabajo desarrollado desde 1984 por investigadores del Instituto de Paleontología Miquel Crusafónt, de Sabadell, y de la Universidad Autónoma de Madrid. Se trata de un nuevo género y una nueva especie de los dinosaurios, del orden de los ornitisquios (cadera de pájaro), cuya existencia ha sido determinada por primera vez por estos paleontólogos españoles.Uno de ellos, Josep Vicenç Santafé, subraya que el hallazgo cobra importancia porque el animal vivió en las postrimerías de la era secundaria, muy poco antes de que los dinosaurios desaparecieran de la Tierra y cuando eran ya muy pocos los reptiles de este tipo que aún sobrevivían. "Hallar nuevas especies de dinosaurios de las que habitaron el planeta hace 100 millones de años", agrega, "es relativamente frecuente, porque eran entonces muy abundantes. Pero en el límite de la extinción, hace 65 millones de años, quedaban muchas menos".

El Cantábrico, en Lérida

Aunque el punto geográfico sea el mismo, los parajes por los que deambuló el Pararhabdodon nada tienen que ver con los actuales. La cuenca de Tremp se encuentra ahora a unos 250 kilómetros de Irún en línea recta, pero entonces se hallaba a orillas del Cantábrico, un mar que la había cubierto hasta unos pocos millones de años antes. La cuenca es hoy día poco pródiga en vegetación, mientras que entonces ésta era exuberante, con grandes helechos como principales componentes. En aquella época, la temperatura era más alta y la húmedad era mucho mayor. Las tierras que entonces se hallaban casi a nivel del mar están ahora a 1.000 metros de altitud, a causa de las fuertes presiones que han generado los Pirineos.

Se sabe que el Pararhabdodon convivió con otros dinosaurios como el titanosaurio y el hipselosaurio, ambos cuadrúpedos, o el orthomerus, uno de los reptiles denominados de pico de pato. Todos ellos eran herbívoros. De animales carnívoros sólo han sido hallados restos de un reptil del mismo orden que el cocodrilo actual. María Lurdes Casanovas, también investigadora del instituto de Sabadell, está convencida de que si se sigue investigando en los yacimientos de Lérida se hallarán restos de algún dinosaurio carnívoro, porque el equilibrio del sistema ecológico así lo exige. El número de herbívoros ha de ser siempre superior al de los carnívoros, pero encuentra desproporcionada la relación entre unos y otros que se deriva de los hallazgos obtenidos.

Santafé reflexiona sobre los dinosaurios. "La denominación", dice, "es desafortunada. Dinosaurio quiere decir lagarto terrible, y hoy día es evidente que ni son como los lagartos ni son todos terribles". Aunque algunas de las especies superan los 25 metros de longitud y son las más grandes que han habitado el planeta en el medio terrestre, "también los hay muy pequeños, del tamaño de una liebre".

Actuación cautelosa

El primer trabajo de este grupo de Sabadell y Madrid, publicado en 1987 y basado en una vértebra cervical, un húmero y un cúbito de brazo izquierdo, estableció que el animal estudiado era parecido al rhabdodon, aunque no idéntico, pero no daba el paso de considerar que se estaba ante un género y una especie nueva. La polémica que se había desatado en torno al hombre de Orce los volvió especialmente cautos, según confiesa Josep Viceriç Santafé.Otros tres años de trabajo, en los que se han podido estudiar dos vértebras completas más y otros restos menores, les permiten afirmar ahora que los huesos pertenecieron a un género no descrito hasta el momento, que han denominado pararhabdodon. A la especie la han llamado Pararhabdodon isonense, porque los restos fósiles han sido hallados en el término de Isona.

A partir del estudio de las vértebras, la doctora Casanovas apunta como característica específica del animal la posibilidad de que su cuello pudiera estirarse de manera similar a como lo hacen las actuales jirafas. Sin embargo, para afirmar eso de manera taxativa falta localizar y estudiar nuevos restos fósiles.

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