EL EX BEATLE, 24 AÑOS DESPUÉS

Paul McCartney, el eterno

El cantante británico recordó en Madrid su anterior visita a España con los Beatles

Paul McCartney llegó ayer a Madrid, donde ofreció el primero de sus dos conciertos en el Palacio de los Deportes de la Comunidad. Con dos horas y media de retraso, el ex Beatle compareció en una conferencia de prensa cargada de tensión por la espera y en la que la Prensa gráfica se plantó, negándose a hacer fotografías. Con su simpatía habitual, Paul McCartney habló de su anterior visita a España, en julio de 1965; de los Beatles; de la organización ecologista que apoya en sus conciertos y de sus sueños inalcanzables.

"Esto es una falta de consideración", gritó alguien cansado de espera...

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Paul McCartney llegó ayer a Madrid, donde ofreció el primero de sus dos conciertos en el Palacio de los Deportes de la Comunidad. Con dos horas y media de retraso, el ex Beatle compareció en una conferencia de prensa cargada de tensión por la espera y en la que la Prensa gráfica se plantó, negándose a hacer fotografías. Con su simpatía habitual, Paul McCartney habló de su anterior visita a España, en julio de 1965; de los Beatles; de la organización ecologista que apoya en sus conciertos y de sus sueños inalcanzables.

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"Esto es una falta de consideración", gritó alguien cansado de esperar la llegada de Paul McCartney a la conferencia de prensa que ofreció ayer en Madrid, pocas horas antes de su primer concierto en el Palacio de los Deportes de la Comunidad. La presencia del ex-beatle estaba prevista para las 16,30 horas. "Llega de Suiza y está sobrevolando Madrid en su avión privado" manifestaban portavoces de Dr. Music, promotores españoles del concierto a las 17 horas. McCartney apareció en una sala habilitada para la prensa en el Palacio de los Deportes pasadas las 18 horas. Poco antes, los fotógrafos, que llevaban esperando desde las 15,45 y habían aguardado más de dos horas a la intemperie, se marcharon, negándose a aguantar más.Ocho cámaras de televisión y más una docena de cadenas de radio recogieron las primeras palabras de Paul MeCartney, que entró en la sala mascando chicle: "Buenas tardes. Okey. Vaya con Dios. Hasta la vista". Vestido con sencillez -chaqueta, chaleco y jersei blanco de cuello alto-, comenzó respondiendo preguntas sobre su anterior visita a España. McCartney dio muestras de excelente memoria: "Recuerdo que en 1965, cuando actué junto a los Beatles en las plazas de toros de Madrid y Barcelona, los fans verdaderos no tenían mucho dinero y estaban fuera. Dentro sólo estaban los ricos. No disfruté mucho de aquellas actuaciones".

Después de asegurar que le gustaban los toros, el cantante de 47 años continuó: "Siempre me gusta actuar donde haya fans. Sabía que en España había muchos y quisimos tocar para ellos. Sentí que no les dejaran entrar". Sin esquivar ninguna pregunta, McCartney explicó porqué había tardado 24 años en volver a actuar en Madrid ("No sé la respuesta, lo siento. No hay ninguna razón especial"), de su disco publicado en la Unión Soviética con rock and roll clásico ("Fue un gesto especial hacia los rusos. No reciben nada de esto"), y de su colaboración con la organización ecologista Los Amigos de la Tierra ("Hoy, la gente se preocupa del medio ambiente").

También habló de sus ciudades favoritas ("Hay algunas que me causan buena sensación. Madrid es una de ellas"), de la venta de los derechos de sus canciones a Michael Jackson ("Me gustaría hablar con él porque las están utilizando para publicidad y no me gusta") y de sus sueños inalcanzables ("Ser tan buen pintor como Picasso. Bueno, en serio; quiero dar un buen concierto esta noche, hacer buena música salir de esta habitación como sea"). Se puso a cantar ópera cuando le compararon con Mozart y habló de su proyecto inmediato: "Estoy escribiendo con Carl Davis una obra clásica par estrenar en la catedral de Liverpool en 1991").

A los 20 minutos, Paul McCartney se levantó y se despidió sonriendo. En el exterior de Palacio, un hombre de edad madura pugnaba con el servicio de orden para entrar. Llevaba un cuadro con marco dorado en el que se leía Beatles for ever.

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