Marsillach será nombrado hoy nuevo director del Instituto de las Artes Escénicas y de la Música

El actor acepta el cargo como un "accidente profesional más"

El actor y director Adolfo Marsillach, de 61 años, será nombrado hoy director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), dependiente del Ministerio de Cultura. Marsillach, que se encuentra en Almagro (Ciudad Real) participando en el festival de teatro como director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, declaró ayer que se lo ha pensado mucho antes de aceptar el cargo porque carece de vocación política. Marsillach sustituye a José Manuel Garrido, nombrado recientemente subsecretario de Cultura.

"Mis 61 años han sido un factor determinante para acep...

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El actor y director Adolfo Marsillach, de 61 años, será nombrado hoy director general del Instituto Nacional de las Artes Escénicas y de la Música (INAEM), dependiente del Ministerio de Cultura. Marsillach, que se encuentra en Almagro (Ciudad Real) participando en el festival de teatro como director de la Compañía Nacional de Teatro Clásico, declaró ayer que se lo ha pensado mucho antes de aceptar el cargo porque carece de vocación política. Marsillach sustituye a José Manuel Garrido, nombrado recientemente subsecretario de Cultura.

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"Mis 61 años han sido un factor determinante para aceptar el cargo; a los 40 lo hubiera rechazado sin lugar a dudas", así se expresaba ayer Adolfo Marsillach. "Aunque suene a tópico, estoy de vuelta de muchas cosas", y reflexionaba en voz alta: "¿Qué es lo más grave que me puede suceder? ¿Que me queme? A partir de los 60 años, un hombre debe estar dispuesto a la incineración. He tenido una vida tan llena de sobresaltos en lo profesional que acepto esto como un accidente más, y no pienso dramatizarlo". Marsillach bromea y añade, entre risas: "Por las caras que veo parece que me estén dando el pésame en vez de felicitarme".Tres razones

La propuesta no le ha sorprendido del todo; ya hace dos años se hablé de él para este cargo. Marsillach cuenta con tres razones fundamentales para aceptar. La primera es la coherencia profesional: "Es como los médicos que en vez de interesarse por los pacientes hay un día que se interesan por la enfermedad; pero que nadie suponga que voy a soslayar los problemas de la música y de la danza, ya que precisamente por desconocerlos más me voy a preocupar especialmente por ellos".

Otra de las razones que le han llevado a aceptar el cargo ha sido su condición de hombre leal: "La lealtad es algo de lo que ni puedo ni sé prescindir. Si personas que confían en mí me piden algo, nunca me negaré". Por último, un factor que no quiere ocultar: "Soy tremendamente curioso y me gustan las aventuras y los riesgos aunque éstos estén llenos de responsabilidad".

Adolfo Marsillach también es consciente de que se le ha elegido porque ello no pondrá en peligro la gestión llevada hasta ahora por José Manuel Garrido: "Sería absurdo que me pusiera a hacer lo contrario de mi antecesor; y ello no quiere decir que me vaya a limitar a terminar de hacer sus proyectos, ya que pienso que algo pondré de mi cosecha".

Pero, por encima de todos sus objetivos, Marsillach se ha fijado uno prioritario: "No puedo imponer el teatro que a mí me gusta, ya que tengo la obligación de ser neutral y no imponer mi estética".

Como objetivos iniciales, Marsillach se plantea asesorarse e informarse en el terreno de la música y la danza -ya que "un ignorante debe ser prudente"-, estimular el teatro privado y buscar un hombre que le sustituya en la Compañía Nacional de Teatro Clásico, cuya programación está ya establecida hasta abril de 1990.

En un principio, Marsillach pensó en rechazar el cargo que le ofrecían: "Era una reacción de autodefensa, ya que aceptar supone más trabajo, más responsabilidad y adentrarme en un terreno desconocido; pero la curiosidad me ha podido".

También tiene en cuenta que en la profesión hay amores y odios: "Supongo que mi nombramiento en cualquier caso excitará más las fobias, pero mi neutralidad consiste en no negarme a hablar con nadie y escuchar a todos". Se da la circunstancia de que ayer Adolfo Marsillach se parecía al protagonista de su último montaje estrenado el pasado viernes y que da título a la obra de Tirso de Molina, El vergonzoso en palacio, y con tono púdico y tímido contaba que tiene intención de que, por encima de todo, la gente acuda al teatro y a los conciertos. "Es más prioritario que se llenen las salas a que se haga un teatro de calidad", afirmó.

Subvenciones

Respecto al problema del sistema de subvenciones, Marsillach insistió en su intención de incentivar a la empresa privada: "Sé que no hay una fórmula mágica para modificar el sistema de subvenciones y que éstas se prestan a terribles injusticias. En cualquier caso, estas ayudas nunca podrán convertirse en negocios". El anterior director general del INAEM, José Manuel Garrido, estaba reformando el artículo 85 en lo referente a ayudas teatrales, así como el plan NET (Nuevos Espacios Teatrales), mediante el cual se recuperarán numerosas salas.

Adolfo Marsillach inició su carrera teatral a los 17 años y su primer papel en el cine fue en 1947 en la película Mariona Rebull, dirigida por Saénz de Heredia. Más tarde, trabaja en las compañías teatrales de Carlos Lemos y Catalina Bárcena. Su afición le lleva a participar en la creación de Teatro de Cámara de Barcelona. Su oportunidad le llega en 1949. A raíz de su éxito en la obra El zoo de cristal, Luis Escobar le contrata para el teatro María Guerrero de Madrid.

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