Un atasco de bicicletas y estudiantes

Llegar hasta Gorbachov fue ayer una meta dificil de alcanzar para los centenares de periodistas provistos de pase para la conferencia de prensa del líder soviético. Ésta, según el programa, debía celebrarse en la Asamblea del Pueblo, en la plaza de Tiananmen, el centro neurálgico de las manifestaciones que deambulan por toda la ciudad.Con horas de anticipación, los corresponsales se pusieron en marcha hacia el lugar de la cita. Algunos iniciaban el camino en coche, otros en bicicletas, y otros a pie. Desde Tiananmen surgían las ambulancias con sirenas ululantes, camionetas llenas de obreros, p...

Llegar hasta Gorbachov fue ayer una meta dificil de alcanzar para los centenares de periodistas provistos de pase para la conferencia de prensa del líder soviético. Ésta, según el programa, debía celebrarse en la Asamblea del Pueblo, en la plaza de Tiananmen, el centro neurálgico de las manifestaciones que deambulan por toda la ciudad.Con horas de anticipación, los corresponsales se pusieron en marcha hacia el lugar de la cita. Algunos iniciaban el camino en coche, otros en bicicletas, y otros a pie. Desde Tiananmen surgían las ambulancias con sirenas ululantes, camionetas llenas de obreros, pelotones de bicicletas abanderadas, grupos de adolescentes entonando la Internacional.

La fachada sur, la única por la cual era accesible la Asamblea del Pueblo, muy pronto se vió bloqueada por nuevos contingentes de manifestantes pacíficos pero vociferantes. Los corresponsales estaban ya instalados en el interior del edificio y Gorbachov no llegaba. De repente, se anunció que Gorbachov hablaría en la villa numero 17 del complejo residencial de Diaoyutai, donde se encuentra albergado. Como intrusos en una lógica ajena, los periodistas penetraron de nuevo en la marea de miles de ciudadanos chinos, hacia el Este de la ciudad. Diaoyutai está en el parque de Yuyuantan, emplazamiento de un palacio imperial del siglo XII, donde en 1959 se erigieron residencias para los huéspedes ilustres.

A Diaoyutai nos llevó una furgoneta llena de cajas de cartón. El Zhiguli soviético que nos precedía, se quedó tirado en el camino cuando empezó a echar humo el motor. Ni los pases de prensa en chino ni la palabra "Gorbachov" ayudaban a superar el atasco. Llegamos dos horas más tarde. Los colaboradores de Gorbachov insistían en que el líder había abierto la ventanilla de su coche para ver mejor durante sus desplazamientos con lo que había adquirido una idea de lo que eran las calles de Pekín.