Tribuna:DISMINUYEN LAS RESERVAS DE GRANOS EN EL MUNDO

La geografía del hambre

Se va extendiendo la geografía del hambre: después de 1984, la producción mundial de cereales por persona ha disminuido un 14%. Las reservas mundiales de granos que alcanzaron en 1987 a 419 millones de toneladas han bajado a 240 millones, o sea, de 101 días del consumo mundial a sólo 54 días.El Tercer Mundo, que ahora importaría unos 50 millones de toneladas de cereales, podría subir a más de 100 millones de toneladas.

Y Estados Unidos, granero del mundo, que cosechó 345 millones de toneladas de cereales en 1985, sólo produjo 277 millones a lo largo del año 1987. Por otra parte, la esca...

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Se va extendiendo la geografía del hambre: después de 1984, la producción mundial de cereales por persona ha disminuido un 14%. Las reservas mundiales de granos que alcanzaron en 1987 a 419 millones de toneladas han bajado a 240 millones, o sea, de 101 días del consumo mundial a sólo 54 días.El Tercer Mundo, que ahora importaría unos 50 millones de toneladas de cereales, podría subir a más de 100 millones de toneladas.

Y Estados Unidos, granero del mundo, que cosechó 345 millones de toneladas de cereales en 1985, sólo produjo 277 millones a lo largo del año 1987. Por otra parte, la escasez de granos en la Unión Soviética y su bloque les obligaría a importar, en este año 1989, más de 40 millones de toneladas.

Hasta las tres últimas décadas del siglo XIX, antes del empleo masivo de los fertilizantes químicos, el tractor, la cosechadora, las semillas genéticamente mejoradas y la electrificación generalizada, Europa, Japón y, en menor medida, Estados Unidos, tenían dos tercios de su población activa en el campo, pero alimentando deficientemente a la población rural y a la de las ciudades.

Los trabajadores

La revolución verde ha disminuido, progresiva y aceleradamente, la fuerza laboral en la agricultura. En este sentido, del total de la población activa sólo ha quedado, en el año 1986, un 2,6% en el Reino Unido y un 3,1% en Estados Unidos y, en su conjunto promedio, un 8,3% en los países que componen la Comunidad Europea (CE).

Ello fue debido a que la intensidad de capital empleado por el agricultor productivo alcanzó, al comienzo de la década de los ochenta, a unos 55.000 dólares en Estados Unidos, bastante más capital que el promedio empleado en la industria manufacturera, no comprendiendo en ello las petroquímicas, las siderurgias integrales, la producción de armamentos sofisticados, los ordenadores y otras industrias de punta como aceleradores gigantes de partículas y construcción mecánica de átomo-centrales.

Gracias a la gran suma de capital por agricultor, Estados Unidos puede producir alimentos por cada agricultor para cerca de 100 personas, comprendiendo todos sus habitantes y una gran cantidad de millones del extranjero que se ven abastecidos por sus ingentes exportaciones de granos destinadas fundamentalmente a los países subdesarrollados y, en buena parte, a la Unión Soviética y su bloque.

Sin embargo, las reservas de cereales de EE UU han disminuido notablemente: en 1985 ascendían a 345 millones de toneladas, mientras que en 1987 se redujeron a 277 millones de toneladas y en 1988 sólo 190 millones, pero la producción de maíz ha caído de 212 millones de toneladas en 1985, a 116 millones en 1988.

Si, por otra parte, consideramos que las cosechas de granos de la India, la República Popular China y la URSS han descendido sensiblemente, entre sus puntos máximos alcanzados en el comienzo de la década de los ochenta y 1988, tanto que la India ha agotado sus reservas, que en China también estarían muy mermados sus stocks y que la Unión Soviética tendría que importar en 1989, con su bloque, no menos de 40 millones, de toneladas de granos forrajeros y panificables, es presumible, a la vista de estos hechos, que el mercado mundial registre un alza de precios, particularmente de la soga y el maíz, debido a su escasez, a la sequía en Estados Unidos y en otras regiones del mundo.

Así las cosas, las reservas mundiales de granos, que se situaban en 459 millones de toneladas en 1987, han bajado a 240 millones de toneladas en los comienzos de 1989, de un nivel de 101 días del consumo mundial han declinado a sólo 54 días.

Y si a las importaciones de 40 millones de toneladas de granos panificables y forrajes que realiza el bloque soviético, más las que efectuarían en menor tonelaje China y la India, sumamos unos 50 millones de toneladas importadas por países del Tercer Mundo, es lógico pensar que, en vez de disminuir, se está extendiendo la geografía del hambre, teniendo en cuenta que, después de 1984, la producción mundial de cereales por persona ha descendido un 14%.

Niveles de pobreza

Según cálculos estimados por estadísticas de las Naciones Unidas, en el Tercer Mundo hay unos 500 millones de habitantes hambrientos, pero en situación de pobreza más de 1.000 millones, más de 500 millones de habitantes hambrientos, pero en situación de pobreza más de 1.000 millones, más de 500 millones de desempleados y subempleados y no menos de 660 millones con un ingreso por persona no muy superior a 200 dólares, o sea, 86 veces menos renta por habitante, en esos países pobres, que en Estados Unidos. He ahí un paisaje sobre la desigual riqueza y miseria en el mundo en que vivimos, pero que muchos desconocemos en su desarrollo económico y tecnológico desigual de país a país y de región a región.

A la vista de esas cifras, que son indesmentibles y cuyo conocimiento está por encima de las ideologías de uno u otro color, podría pensarse que el mundo está experimentando un malthusianismo de carácter económico, pero la verdad es que en los países industrializados no se han producido el creciente aumento de población y el decreciente ritmo de la producción para poder alimentarla.

Malthus estableció sus cálculos sobre el aumento de la población en progresión geométrica y de los alimentos en progresión aritmética en Estados Unidos, cuando este país tenía más de dos tercios de su población en la agricultura: en 1820 ésta representaba el 72% de su población activa, reducida a sólo el 3,1% en 1986, pero produciendo varias veces más millones de toneladas de productos agropecuarios que en 1820.

En el mismo sentido, es prodigioso el hecho de que Francia, en 1950, tenía el 28% de su población activa en la agricultura, pero produciendo sólo 13,8 millones de toneladas de cereales, mientras que en 1985 produjo 55,6 millones de toneladas únicamente con el 7,6% de su población activa en el agro, lo cual demuestra el gran aumento de la productividad del trabajo por agricultor y hectárea acaecido en Francia.

Quiere decir, pues, que el subdesarrollo económico y tecnológico del Tercer Mundo es el factor determinante de su malthusianismo económico, desmentido con hechos en los países industrializados.

En este orden de ideas, choca que un país como Argentina, con todas las posibilidades económicas y ecológicas para tener una agricultura más poderosa que la de Francia, sin embargo, debido a su atraso económico y tecnológico, sólo produjo en 1986 unos 8,9 millones de toneladas de trigo, con un rendimiento de 1.816 kilogramos por hectárea, contra 26.587 kilogramos por hectárea y 26,5 millones de toneladas cosechadas en Francia, gracias a que este país consume más fertilizantes químicos y (en un territorio cinco veces menor que Argentina) tiene más tractores y cosechadoras que ésta.

Carácter tecnológico

En suma, el subdesarrollo del Tercer Mundo es de carácter tecnológico. Si se aliviaran sus deudas externas, que suman ya 1,3 billones de dólares en 1989, y se invirtiera en Asia, África y América Latina una buena parte de los gastos de rearme mundial, que rebasan el billón de dólares anuales, se podría erradicar el hambre mecanizando, electrificando e irrigando los campos de los países pobres, no pobres de naturaleza, sino empobrecidos por causa de sus deudas externas, de los bajos precios de las materias primas de exportación y del atraso de su agricultura e industria, determinantes de su malthusianismo económico actual, pero no permanente, si hay más cooperación entre los países ricos del Norte y los países pobres del Sur.

Abraham Guillén es especialista en economía internacional.

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