Tribuna:FALLAS DE VALENCIA

El día después

Un día de estos tendrán que quemar las fallas, acabarán las corridas de toros, los falleros archivarán sus uniformes, la tranquilidad reinará en las calles y el sol volverá a lucir. Sucede todos los años y no hay razones para suponer que estas fiestas vayan a prolongarse hasta Navidad.Pasada la cremá, un orgasmo para quienes disfrutan viendo arder cualquier cosa, las brigadas de limpieza dejarán la ciudad a punto para su autofagia cotidiana. Miles de turistas abandonarán este paraíso canaco a orillas del Mediterráneo. Es probable que mientras algunos se sacuden las cenizas, otros rebusquen tím...

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Un día de estos tendrán que quemar las fallas, acabarán las corridas de toros, los falleros archivarán sus uniformes, la tranquilidad reinará en las calles y el sol volverá a lucir. Sucede todos los años y no hay razones para suponer que estas fiestas vayan a prolongarse hasta Navidad.Pasada la cremá, un orgasmo para quienes disfrutan viendo arder cualquier cosa, las brigadas de limpieza dejarán la ciudad a punto para su autofagia cotidiana. Miles de turistas abandonarán este paraíso canaco a orillas del Mediterráneo. Es probable que mientras algunos se sacuden las cenizas, otros rebusquen tímpanos y vísceras extraviadas en el fragor de alguna mascletb.

Nadie está obligado a disfrutar de estas costumbres indígenas, basadas en redescubrir el fuego, el ruido, el chocolate con churros y las resacas. Las Fallas gozan de parecida inmunidad a la que mantenían los inversores de dinero negro en seguros de prima única. Los valencianos, que nunca truncarían un negocio por problemas de bragueta, sólo llegan a mayores por asuntos de tierras y riegos, cuestiones que despiertan pasiones tan encendidas como una corrida de Espartaco o las Fallas.

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Esto no ha ocurrido siempre. Los fenicios y los griegos nunca se metieron en camisa de once varas. Traficaron con mercancías y punto. Después llegó Aníbal y sentó un mal precedente con lo de Sagunto. Algún día, cuando llegue el supremo instante en que las potencias disparen el castillo de fuegos artificiales, como los de Brunchú y Caballer pero a lo bestia, el mundo volverá a la organización tribal. Menos aquí. En Valencia, la célula básica continuará siendo una comisión fallera.

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