Venga usted a la Meca, 'bitte'

ENVIADO ESPECIALDurante la mañana del sábado, un anciano editor anglosajón se dedicó a repartir las muestras de las casetas entre el público transeúnte. Volvía a casa. Aires de liquidación han recorrido la feria a partir, aproximadamente, de ese momento. La mayor parte de las grandes editoriales regresaron a lo largo del domingo, y los visitantes emplearán la jornada de hoy, lunes, en hacerse con los libros abandonados en las casetas o en conseguir algunas joyas bibliográficas a buen precio. Es la hora de repartir los restos de lo que durante una semana ha sido una fiesta.

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ENVIADO ESPECIALDurante la mañana del sábado, un anciano editor anglosajón se dedicó a repartir las muestras de las casetas entre el público transeúnte. Volvía a casa. Aires de liquidación han recorrido la feria a partir, aproximadamente, de ese momento. La mayor parte de las grandes editoriales regresaron a lo largo del domingo, y los visitantes emplearán la jornada de hoy, lunes, en hacerse con los libros abandonados en las casetas o en conseguir algunas joyas bibliográficas a buen precio. Es la hora de repartir los restos de lo que durante una semana ha sido una fiesta.

Bien entrada la madrugada, en los salones del Frankfurter Hof o en las animadas tabernas del Rohmer, los editores, los libreros y los que han seguido la feria de cerca han hecho balance. Todos confiesan su cansancio por riguroso turno, para seguir después con las cuestiones que justifican su presencia. Les ha ido bien, han comprado y vendido, han hecho numerosos contactos, se llevan ideas nuevas para explotarlas en su país de origen. Dejan para el final la gran pregunta. ¿Podría hacerse lo mismo sin tanto esfuerzo, llamando simplemente por teléfono desde casa? Por paradójico que resulte, la mayoría afirma que sí. Pero todos volverán el año que viene y al siguiente. La contradicción en sólo aparente, porque Francfort es mucho más que una feria y, aunque regida por leyes de mercado, el impulso que proporciona es otro.

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Hay un sentido del peregrinaje que podría parecerse al que empuja a los musulmanes a visitar la Meca. En Francfort están los dioses, los mitos y los héroes de un territorio, el de la escritura, que siempre ha estado relacionado con lo divino. Todos quieren llegar algún día a la Meca, a nadie le importa pasearse de cuando en cuando por las callejuelas del Olimpo. Por eso están aquí, y por eso, aunque algunos lo nieguen, volverán.

Francfort es la catarsis del editor, del librero y del autor. Esta feria es, sobre todo, una liturgia del encuentro, una condensación de fuerzas entre los fieles que acuden cada año.

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