La difícil resurrección

La obra -cuantiosa- de Benjamín Jarnés es hoy prácticamente inencontrable, salvo en librerías de viejo o antiguo, o en algunos restos editoriales más o menos recientes. Cuando el escritor regresó a España, ya muy enfermo, José Janés publicó en Barcelona Eufrosina o la gracia y una reedición de El libro de Esther.Pero Benjamín Jarnés falleció al añó siguiente, y hubo que esperar hasta 1961, fecha en la que Joaquín de Entrambasaguas incluía una versión nueva de Locura y muerte de nadie, con un amplio estudio introductorio, en el séptimo volumen de su colección Las Mejores No...

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La obra -cuantiosa- de Benjamín Jarnés es hoy prácticamente inencontrable, salvo en librerías de viejo o antiguo, o en algunos restos editoriales más o menos recientes. Cuando el escritor regresó a España, ya muy enfermo, José Janés publicó en Barcelona Eufrosina o la gracia y una reedición de El libro de Esther.Pero Benjamín Jarnés falleció al añó siguiente, y hubo que esperar hasta 1961, fecha en la que Joaquín de Entrambasaguas incluía una versión nueva de Locura y muerte de nadie, con un amplio estudio introductorio, en el séptimo volumen de su colección Las Mejores Novelas Contemporáneas. De 1971 a 1973, la editorial Espasa-Calpe incluyó en su colección Austral las biografías de sor Patrocinio, Castelar, Zumalacárregui y Bécquer, y al año siguiente, Ediciones del Centro publicaba Cita de ensueños, con prólogo de Carlos Gortari. En 1979, Alianza Editorial reeditaba la traducción de El cantar de Roldán; y finalmente, en 1979-1980, Guara Editorial, de Zaragoza, reeditaba El convidado de papel y Lo rojo y lo azul, con prólogos de José Carlos Mainer y Francisco Ayala, y lanzaba la novela póstuma Su línea de fuego. Con ocasión del centenario y de las Jornadas Jarnesiarías celebradas recientemente en Zaragoza, la institución Fernando el Católico ha lanzado una serie de 12 Cuadernos jarnesianos -en curso de publicación- y un Ensayo de una bibliografía jarnesiana, de Juan Domínguez Lasierra.

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Al favor de la crítica del que gozó Jarnés antes de la guerra sucedió el silencio absoluto en la posguerra, apenas roto por algunos trabajos de Ricardo Gullón, Ildefonso Manuel Gil y el citado de Entrambasaguas. Después, la literatura de Jarnés fue diversamente criticada por evasiva, descomprometida y deshumanizada en trabajos de dentro y fuera de España, como los de Max Aub, Juan Chabás, José Domingo, Eugenio de Nora, Torrente Ballestero Sobejano, y de manera más favorable, por Sainz de Robles y Martínez Cachero.

A finales de los años sesenta se dibujaba ya un amplio movimiento crítico que revalorizaba su obra merced a trabajos de Andújar, Buckley y Crispin, Bernstein, Ilie, Mainer, Víctor Fuentes, Darío Villanueva y, sobre todo, los trabajos de Emilia de Zuleta y la tesis doctoral de María Pilar Martínez Latre. En las recientes Jornadas Jarnesianas han participado Eugenio de Nora, José Manuel Blecua, José María Enguita, José Carlos Mainer, Manuel Andújar, Emilia de Zuleta, María Pilar Martínez Latre, Ricardo Gullón, Francisco Ynduráin, Víctor Fuentes e Ildefonso Manuel Gil.

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